Apenas se le ve sonreír...

Me cuesta sonreír aunque pueda estar muy feliz. Si se refiere a mi estado de ánimo, lo principal es siempre el colectivo y no lo individual, pero le confieso que en Vallecas disfruté jugando. Sé cómo lo hice y no necesito que nadie me lo diga. El que quiera verte mal te seguirá viendo mal, pero lo único importante es que perdimos.

¿Tiene miedo?

Siempre hay que tenerlo en la vida, desde que coges el coche por la mañana. Llámelo miedo, respeto o como quiera, pero cuando pierdes eso también pierdes la concentración y la competitividad. Estamos en una situación quizá única en la historia del Real Zaragoza y seguro que única en mi vida, pero que pasa constantemente en el fútbol y en cualquier equipo del mundo. El descenso es lo más desagradable del fútbol, pero es la vida misma

La gravedad de la situación es evidente. ¿Condiciona el día a día?

Creo que hace tiempo que todos somos conscientes de lo que hay, pero, a partir de ahí, no creo que ayude mucho estar pensando todo el rato en esto. Debemos asumir la responsabilidad que tenemos, entrenar fuerte y ganar el lunes al Mirandés.

Dice que el otro día disfrutó en el campo. ¿Se puede disfrutar en la derrota?

Uno quiere jugar, ser competitivo y, cuando no lo haces todo lo que te gustaría y al fin tienes la oportunidad, los amigos te piden que disfrutes. Pero es cierto que esta profesión muchas veces es ingrata. Dependemos del resultado del domingo, juegan once y llega un momento en que piensas más en los demás que en ti mismo y te preocupa más cómo estarán ellos que tú. Es muy difícil que todo el mundo esté contento, pero representamos a toda una ciudad y movemos un montón de sentimientos e ilusiones. Nuestro día a día es entrenar y jugar para ganar y eso te aporta felicidad o no.

¿Y se puede ser feliz con la que está cayendo?

Yo soy un privilegiado de la vida. Tengo dos hijos y una mujer y cada día me pongo la camiseta del Real Zaragoza, lo que para mí es un privilegio y un orgullo. A partir de ahí, lo que le digo: el fútbol a veces es muy bonito y otras muy complicado. Por eso quizá es el deporte rey. La vida te pone unos obstáculos y tienes que hacer todo lo posible para salvarlos. Y sí, me hace feliz el fútbol y el Zaragoza. Lo sería más con la grada llena y con el equipo ganando, pero lo individual pasa a un segundo plano. Sé que, a mis 35 años, me toca ayudar de uno u otro modo y ser competitivo. Seguir con hambre.

¿Qué le dice la gente por la calle?

Está claro que no nos está dando para salir de abajo y creo que ante el Alcorcón perdimos una gran oportunidad para dar el salto. Es cierto, estamos en un lío con muchos equipos y creo que de aquí al final va a pasar de todo. ¿La gente? La verdad es que me llegan muchos mensajes de ánimo, me dicen que lo vamos a sacar y creo que es el sentir general. Nosotros no estamos para pedirles nada, sino para currar y solventar esto, que es lo que debemos hacer.

De usted se ha dicho, sobre todo en redes sociales, que está acabado, que fue egoísta por no dejar su ficha libre para reforzar al equipo, que debía dar un paso al costado… ¿En qué medida afecta todo eso?

A ver, afecta y hace daño. No tengo redes sociales, pero si me pongo a leer este tipo de cosas me fastidia más a mí que a cualquier chaval de las nuevas generaciones, que ven todo más normal. Siempre he dicho que las redes sociales viven de la falta de acercamiento y del anonimato en muchos casos, y veo que generan tanto odio que no me interesan. Nadie me tiene que decir cómo he jugado pero, seguramente, ser capitán del Real Zaragoza conlleva esa responsabilidad. Cuando la gente me ve no piensa en si he jugado bien o mal sino en si hemos ganado o no. La gente me identifica con el Zaragoza aunque haya estado cuatro o cinco partidos sin jugar. Porque aquí ganamos y perdemos todos y es una cuestión de responsabilidad. Nos quedamos con ese que ha dicho esto o lo otro de mí, pero no hay que darle más importancia. Son personas que se desahogan en las redes y que seguramente no te dirían lo mismo en persona. O sí, pero afortunadamente no estoy en ese mundo de las redes porque a día de hoy no me aporta nada. Ya veremos en el futuro. Tengo hijos.

¿Nadie se salva de que el fútbol no tenga memoria? ¿Tampoco usted?

Es que tampoco yo tengo memoria en el fútbol. No hay otro partido que el del lunes ante el Mirandés, que, en serio le digo, es el más importante de mi carrera, independientemente de si juego o no. Opiniones hay de todo tipo en este mundo y las tienes que respetar siempre que se expresen con educación y formas.

¿Tiene algo que demostrar todavía?

En el fútbol siempre hay que demostrar. Hay quien va a dudar siempre de ti, pero tú no puedes dudar de ti mismo. Sé lo que puedo aportar y lo que necesito. A partir de ahí, hay veces que tengo que ayudar uno o dos minutos o ninguno y, entonces, mi partido es el del lunes, en el entreno, para estar preparado. No me pierdo una tarea ni una sesión y sigo viviendo el fútbol las 24 horas del día. Siempre tienes que demostrar, pero a uno mismo. Es normal que se mire el DNI y la situación del equipo porque esto es un colectivo y es el equipo el que nos hace mejores a todos.

¿Qué no sabe la gente de Zapater?

Somos futbolistas y ejemplo para muchos niños, a los que seguimos haciendo felices pese a todo. Mire, a veces mi mujer me pide que haga vídeos para gente que lo pide y con solo eso les haces felices. Para eso sirven también las redes. No soy quien para quejarme de nada en esta vida. Hace un año iba a Barcelona de lunes a viernes tras operarme de la rodilla y ahora he vuelto a ser futbolista y a sentirme como tal. Soy un privilegiado con lo que hago y, afortunadamente, la única preocupación que tengo es que saquemos esto adelante. Puedo hacer lo que me gusta y en casa tengo dos hijos que te hacen relativizarlo todo. Pero, aun así, te das cuenta de que no apartas esto como pensaba que iba a ser porque tu forma de ser es la que es.

¿Ha llegado a pensar si todo esto vale la pena?

Claro que vale. Los futbolistas no sabemos lo que es la vida real. No sé lo que significaba para mi padre levantarse sabiendo que tenía doble turno en la peluquería. Hago lo que mis amigos hacen después de trabajar todo el día. Cuando ellos pueden ir a entrenar yo tengo la fortuna de estar acostando a mis hijos. Lo ingrato y bonito a la vez de esta profesión es ganar o perder pero no somos héroes ni villanos. Claro que merece la pena.

¿Un capitán debe ser líder o un líder debe ser capitán?

Yo no sé lo que represento para los demás, pero es cierto que yo no siento lo mismo ahora que cuando era capitán del Zaragoza con 21 años rodeado de jugadores con experiencia, currículo y mucho nombre. Ahora son otras circunstancias, soy veterano y sientes que eres capitán de otra manera. Quién era yo para decirle a Diego Milito o César Sánchez cualquier cosa. Pero creo que esa mezcla es positiva porque el chaval debe fijarse en los mayores y los jóvenes nos aportan también a nosotros. Nos ayudamos mutuamente.

Hábleme de Francho.

Es el prototipo de jugador que saca la Ciudad Deportiva, donde hay grandes profesionales a los que debemos agradecer su trabajo y felicitarles por ello. Vallejo, Soro, Lasure, Nieto… son el prototipo marcado de futbolista que sabe escuchar y al que no hace falta darle muchos consejos porque sabes que se está empapando de todo. Eso se ve desde el minuto uno y todos esos que le nombro son bastante parecidos. Agachan la cabeza y saben escuchar, pero las generaciones van cambiando con el paso de los años dando prioridad a una cosa u otra.

Lleva tres partidos seguidos como titular dejando la sensación de que cada vez está mejor. En Vallecas fue el jugador más destacado del equipo. ¿Necesitaba jugar?

Quiero que se me exija. Sergio Ramos decía el otro día que se mira el rendimiento, no el DNI y es que el fútbol ha cambiado y todos los jóvenes van a llegar a mi edad, si tienen cabeza. Porque todo está en la cabeza. Yo llevo cuidándome desde los 14 años y hay que saber aguantar y tener ilusión. Si te ilusiona entrenar y disfrutas haciéndolo, el futbolista de hoy, por físico, va a durar más. Yo soy un privilegiado genéticamente y he renacido dos veces, con la espalda y ahora con la rodilla. Para muchos seré un ejemplo y otros dirán que no me voy ni con agua caliente porque se mira la edad y el equipo pierde. Pero yo sé cómo estoy.

¿Y cómo está?

Preparado. Siempre.

¿Hasta cuándo? ¿Tiene límite?

Mirandés. El lunes. Y punto. No miro más allá. No hay nada más importante ahora.

345 partidos ya, el décimo en la historia. ¿Con qué compañero y con qué rival se queda?

Sería injusto decir uno solo. Todo el mundo ha sido importante y me acuerdo de todos, desde Cani a José Carlos Gil o desde Víctor Muñoz a Antonio Cabañas.

El zaragocismo está aterrado. ¿Algún mensaje?

La gente no quiere mensajes, sino hechos. Y está en nuestra mano.

¿Se va a salvar el Zaragoza?

Sí.