Todavía sin jugar contra el Sporting, ya es un hecho que el Real Zaragoza continuará una jornada más en puesto de playoff. Como mal menor será quinto clasificado y si gana el martes, que si no hay contraorden será cuando se medirá al Sporting en La Romareda, ascenderá a la tercera posición, propiedad en estos momentos del Huesca, que mira a tres puntos de distancia al Almería, segundo. A este extremo de la temporada, justamente en su ecuador, ha llegado el equipo de Víctor Fernández haciendo un esfuerzo titánico en los meses de octubre, noviembre y diciembre, cuando se le acumularon todo tipo de dificultades. La baja definitiva de Dwamena, la concentración de lesiones en hombres fundamentales (Cristian Álvarez, Vigaray o Atienza) y el pobre rendimiento de otros dos, al menos a priori, pilares de la plantilla (Kagawa y James).

Al Real Zaragoza le costó encajar los golpes, reinventarse y encontrar una vía de adaptación hacia su nuevo ecosistema. Cambió la forma de jugar, subió todavía un punto más el listón físico, siempre al 150%, con un despliegue agonístico de todos los futbolistas, la mayoría jóvenes, y trató de imponer un ritmo altísimo en cada uno de sus encuentros como punto de partida para ganar la partida, de la mano de la energía de Guti y Luis Suárez, que con sus goles ha sido definitivo para que el equipo esté tan bien colocado. La resurrección de Soro, desconocido en el inicio de la Liga, el fichaje de Puado y la respuesta de la segunda unidad, salvo en casos aislados y momentos puntuales, completaron el exitoso tetris.

Víctor Fernández reclama tres futbolistas para esta segunda vuelta. Por este orden, un delantero, un centrocampista y un central. Salvado el tremendo apuro de la primera, el técnico sabe que 42 jornadas pesan mucho más que 21 y que para que su equipo mantenga esa fuerza, ese vigor, ese dinamismo en el juego, necesita más profundidad, más físico, más calidad, más talento, más competencia, más nivel y, también, más número.