Se le hacen demasiado largos los partidos al Zaragoza cuando vienen mal dadas. Si no ha sido capaz de adelantarse en el marcador en la primera parte, el equipo aragonés está abocado al sufrimiento y, generalmente, a la derrota. Porque, tras el descanso, todo va a peor si el marcador no se ha movido a favor de los aragoneses. Si el rival anota, no hay nada que hacer. Así lo expone una estadística que refleja que catorce de los últimos quince goles encajados por el Zaragoza han llegado en el segundo periodo. Solo uno, el de Luis Muñoz en La Rosaleda (1-2) no supuso punto alguno para los rivales. Otros dos (el de Stoichkov en Sabadell y el de Andújar en Cartagena) derivaron en reparto de puntos y los doce restantes supusieron la derrota de los aragoneses.

El dato es relevante por varios motivos. En primer lugar, denota la fragilidad mental de un equipo incapaz de levantarse tras recibir un gol. De los doce últimos encuentros en los que ha encajado alguno, solo uno de ellos (el de Fuster en Albacete) se marcó en la primera parte (minuto 27) y tampoco entonces pudo el Zaragoza ni siquiera nivelar la balanza, aunque es cierto que dispuso de numerosas ocasiones para ello.

Al Zaragoza, está claro, no le da para reaccionar ante la adversidad. O se pone por delante o es incapaz de ganar un partido ya que su extraordinaria inoperancia ofensiva supone un lastre demasiado pesado a la hora de devolver el primer golpe. Rodri (Oviedo), como ya hicieran anteriormente Djurdjevic (Sporting), Díaz (Castellón), Gil y Darder (Espanyol), Antoñín y Pozo (Rayo), Sadiq (Almería), la Ponferradina en sus dos tantos de córner logrados en el Toralín o Cristian en propia puerta ante el Alcorcón, marcaron un tanto en el segundo periodo que acabaría siendo determinante y definitivo para la suerte del choque y de un Zaragoza incapaz de salir adelante. 19 de sus 26 tantos encajados en toda la temporada liguera han llegado tras el descanso, periodo en el que el equipo blanquillo recibe el 73% de todos sus tantos. Esclarecedor.

Lo peor llega a partir de la primera hora de juego. A excepción del gol de Rodri el pasado domingo y del de Fuster en Albacete, el resto de los quince últimos tantos recibidos por el Zaragoza han llegado una vez superado el minuto 60. Sadiq (Almería) y Andújar (Cartagena) hicieron diana justo entonces. Poco más tarde lo hicieron Cristian en propia portería en Alcorcón (65), Sola, también sin querer, en Ponferrada (61) y el españolista Gil (69), aunque la mayor cantidad de sofocones llegan en los últimos veinte minutos de los partidos. Stoichkov (71), Antoñín (71), Romera (77), Djurdjevic (77), Darder (82), Pozo (83), Luis Muñoz (83) y Díaz (84) evidencian que el Zaragoza se asfixia a medida que van pasando los minutos y que los partidos se le hacen demasiado cuesta arriba si no ha sido capaz de tomar ventaja.

El declive tras el intermedio también alcanza al apartado ofensivo, sin duda, el gran problema de un Zaragoza que sigue haciendo historia al ser el equipo que menos goles ha marcado a estas alturas del campeonato desde que existe el club. Y es que hace ya dos meses que el Zaragoza no marca en la segunda parte.

Desde el 8 de enero

De hecho, los cuatro últimos tantos anotados por el conjunto aragonés se han producido en el primer periodo, si bien la escuadra de JIM acumula dos encuentros consecutivos sin ver puerta (ante el Alcorcón en La Romareda y contra el Oviedo en tierras asturianas).

Desde que Bermejo lograra, el 8 de enero, el segundo gol que finiquitaba la contienda ante el Logroñés en La Romareda (2-0), el Zaragoza no ha vuelto a marcar antes del descanso. Narváez hizo el gol del triunfo zaragocista frente a la Ponferradina (1-0) al transformar un penalti en el minuto 41, mientras que James (11) y Vigaray (44) encauzaron la victoria blanquilla en Málaga antes del ecuador. Y también Jair marcó para el Zaragoza en el primer tiempo del duelo en Sabadell. Su gol, a los 32 minutos, sería después neutralizado por el penalti convertido por Stoichkov.

Así que el Zaragoza va perdiendo aire conforme pasan los minutos. No destaca el equipo aragonés por su calidad física y tampoco por su fortaleza mental de cara a superar adversidades. La llegada de JIM sí dotó al equipo de cierta consistencia sustentada en una transformación anímica derivada de la confianza transmitida al grupo por parte del técnico alicantino, pero aquel efecto JIM parece ser ya historia. En las dos últimas citas, saldadas con sendas derrotas, el Zaragoza volvió a las andadas y fue incapaz de sobreponerse al primer revés. En ambos casos, por supuesto, con goles anotados en el segundo periodo.

De su capacidad para resistir y de llegar en buenas condiciones al tramo decisivo de los partidos, y de su capacidad para adquirir al fin esa fortaleza anímica necesaria para levantarse ante un revés dependen, en gran medida, sus opciones de salir de la delicada situación en que se encuentra actualmente. A quince jornadas del final del campeonato liguero, solo el average favorable con el Sabadell impide que el Zaragoza ocupe puestos de descenso.