El Numancia merece un respeto, mucho mayor que el Real Zaragoza de ayer, pero es un vulgar equipo de Segunda que juega en Primera por poco tiempo, seguramente hasta finales del próximo mes de mayo, que es cuando acaba la Liga. Puso ganas, corrió y lanzó dos pelotazos para un tallo argentino que se llama Osorio. Con ese corto repertorio, un esfuerzo sobrehumano que no podrá mantener en todos su compromisos futuros y un sencillo plan conservador sustentado en tres centrales y dos laterales se llevó el partido y nadie puede discutirle una victoria que pudo haber adornado con algún gol más a su favor.

El conjunto soriano, limitado y plano salvo en los remates de cabeza, voló siempre más alto en Los Pajaritos que un rival sin rostro reconocible, imberbe y patético por muchos momentos, sobre todo en la primera parte, episodio en el que se suicidó sin que le temblara el pulso. Se confirmó que los últimos clasificados le producen un pánico atroz. El conjunto aragonés tiene miedo a perder contra los pequeños y al qué dirán y termina encogiéndose hasta desaparecer bajo la sombra de los complejos con los que convive como visitante. Así abre la ventana, se tira y dice con cara de asombro que le han empujado. Cuatro partidos consecutivos sin vencer han hecho que el Real Zaragoza se gane a pulso un lugar gris en la clasificación. Después de lo ocurrido en Soria, será difícil que ponga muchas notas de color en lo que resta de campeonato.

UNA TARDE DE PERROS Los cinco de atrás tuvieron una tarde de perros, y los demás tampoco ayudaron a reparar la catástrofe. Cuartero no está a su mejor nivel después de haber superado una larga y penosa lesión, y Milito y Alvaro descuidaron, y no es la primera vez, la atención del espacio aéreo: el brasileño y el argentino están por dinamitar el prestigio que se ganaron, y van camino de licenciarse en el derribo de los elogios que se elevaron en su honor. El Numancia colgó un par de balones al tejado en la primera media hora del encuentro y por allí sólo pasaba Aranzabal, que se puso junto a Osorio para salir en la foto de las celebraciones del ariete. No saltó un palmo el guipuzcoano, al que dejaron solo. A Aranzabal le cuesta engancharse a los partidos, en los que suele mostrar un desangelado perfil de orfandad que deprime su fútbol hasta límites irritables. Los dos goles del Numancia, de los que fue culpable visible aunque no único, le hicieron más triste y vulnerable.

Por la crítica al vasco asoma la responsabilidad de Víctor Muñoz, quien eligió el peor día y el peor escenario para dejar a Toledo en el banco. No es que el paraguayo produzca desmayos entre los amantes a este deporte, pero si había un partido para él, ése era el de Soria. Campo pequeño, bombardeo sobre Luis García... Toledo hubiera disfrutado como un niño y hubiera sido el ángel de la guarda de Alvaro y Milito cuando les entra la pájara, que es muy a menudo, en la coordinación en el salto. El técnico quería laterales de largo recorrido, pero se estrelló con su experimento y contra un Numancia superior en lo táctico.

Tanta sesión de vídeo para corregir errores y aparece el modesto conjunto soriano y le regala una copia de fallos zaragocistas al técnico aragonés para que siga estudiando cómo evitarlos. La indefensión de la línea de contención contagió al resto del equipo. Luis García, que hizo su primera gran parada de la temporada tras un disparo violento de Graff, salió de sus dominios para taquicardia de la afición del Real Zaragoza, mosca ya con el mediocre encuentro que ofrecía su equipo. Lento Movilla, lento Zapater, lento Javi Moreno, lento Savio, lento de reacciones Víctor Muñoz, quien dejó en el banquillo a Villa y lo puso en el campo para reparar lo irreparable. No tenía el entrenador intención de sacar a su joya, pero cuando Milito acortó distancias al borde del descanso con su primer gol como zaragocista, lo puso en el campo pasa salvar los trastos y su penosa interpretación del partido. Quitó a Cani para dar entrada al Guaje cuando el canterano había sido el único que había encendido el interruptor.

Tres semanas en el dique seco se le notaron a Villa, aunque el delantero agitó un poco a su compañeros con un breve y electrizante regreso a la actividad. Ochoa puso la mano a un remate suyo de cabeza que iba para el empate, pero Pérez Lasa no vio la acción ilegal del central. Tras ese fogonazo, la nada más absoluta, y en la nada, el Numancia, encajado atrás y con mínimas intenciones de descolgarse del perchero, se puso a remar río arriba hasta que pescó ocasiones de oro. Una de Tevenet ratificó que Alvaro y Milito habían presentado los papeles de su divorcio. El mediapunta se coló entre los dos y se fue solo hacia Luis García con tanto ímpetu como escasa convicción, lo que propició que en el camino se dejara la pelota y las ideas. Osorio pudo aumentar la ventaja al anticiparse a Luis García...

Aparecieron por allí Oscar y Soriano, y Alvaro se puso de delantero centro mientras el Numancia se agarraba a su historia para defender el triunfo con ejemplar resistencia. Y Víctor en lo alto de la colina, como general absorto por su error de cálculo, contemplando morir a su ejército a manos de un grupo guerrillero mucho más disciplinado.