Desde hace más de dos décadas, Barcelona y Espanyol se repartían los campeonatos de Liga del grupo tercero de la máxima categoría juvenil. Hasta ayer. El Real Zaragoza, un poderoso ejercito con la humildad convertida en el arma más letal, se ha adueñado de un trono que no ocupaba desde hace trece años. Entonces, la generación de Goni, Gotor, Miramón y compañía ganaban el cuarto entorchado en el palmarés de Carlos Rojo, maestro de maestros. Todos ellos en el grupo vasco. Antes, allá por los 70, también triunfaron Jorge Font y Carlos Casaus. Pero ninguno de ellos voló tan alto desde el suelo como lo hizo ayer Iván Martínez, el único entrenador que ha sido capaz de ganar el título en su primer año en la categoría. Un técnico de récord para una escuadra que solo ha perdido un encuentro en todo el campeonato.

El Zaragoza de División de Honor Juvenil ya es eterno y sus nombres permanecerán para siempre en la historia sagrada de un club ávido de alegrías y gestas. Ellos, la gran mayoría aragoneses y muchos en su primer año en la máxima categoría juvenil, traen la luz en tiempos oscuros. Son la sonrisa en la agonía. La alegría en la zozobra. Esperanza. Fe.

El Zaragoza es campeón porque fue valiente. Porque nunca se dio por vencido. Porque quiso hacer historia. Lo logró cuando solo quedaban tres minutos, con un cabezazo de Puche, que apenas llevaba siete minutos en el campo. El héroe, sin embargo, renegó de la corona y repartió laureles. «Es el gol de todos», diría después.

LA RESISTENCIA

Hasta entonces, el Reus había aguantado erguido en una tela de araña convertida en trampa mortal para un Zaragoza dueño del balón y del partido. Los catalanes defendían casi al borde del área con todo y con todos. Una muralla en toda regla afianzada por un gol tempranero al culminar Espinar un centro desde la derecha tras una contra.

Para entonces, el Barcelona ya ganaba al Olivar y el Espanyol al San Francisco. Nada que no estuviera previsto. Pero el tanto local obligaba al Zaragoza a encontrar agujeros en la pared. Álvaro, Jiménez y Francho probaron fortuna. También Val desde lejos. Nada. Quedaba mucho, pero los nervios comenzaban a ser un problema serio.

Desde la banda, Iván Martínez ordenaba calma y pedía cabeza. Parecía seguro el técnico de que todo iba a salir bien y trataba de convencer de ello a sus pupilos. El mensaje caló y Rodrigo Val empujó a la red un rechace del meta local a disparo de Jiménez, destino de un pase de un listo Alastuey. El tanto alivió a un Zaragoza que ya no cesaría el asedio.

Tampoco el Reus cambió de planes en la reanudación. Todos atrás y a la espera de una contra mortal. El Zaragoza volcó el campo hacia la derecha, en busca del desequilibrio de Val, pero Francés, Alastuey, Jaime y Andreu no acertaron. El Reus resistía y el reloj avanzaba sin piedad. Solo un tanto separaba al Zaragoza de la gloria. Y llegó. Un centro desde la izquierda fue a la cabeza de Puche, autor de un gol para la historia. Bendita locura. «El trabajo de cantera está dando sus frutos en la Ciudad Deportiva, gracias a introducir algo de sensatez y sentido común», subrayó el presidente, Christian Lapetra, en el césped.

Con ese pitido final solo concluía un partido. Y comenzaba todo. Para empezar la Copa de Campeones, del 6 al 11 de mayo. Luego la Copa del Rey. Nobleza y valor. Bandera y orgullo. Campeones.

REUS, 1

REAL ZARAGOZA, 2

Reus: Aleix, Arnau, Grifi, Andy, Genis, Yousef (Jan, m. 80), Rubio (Reyes, m. 75), Hugo, Dueso, Espinar (Víctor, m. 75) y Sergio (Ribeiro, m. 80).

Real Zaragoza: Azón, Borge (Puche, m. 80), Francés (Javi Hernández, m. 66), Otu (Andreu, m. 72), Álvaro, Francho, Rodrigo Val, Castillo, Jiménez (Jaime, m. 66), Alastuey y Benedet.

Goles: 1-0, m. 13, Espinar. 1-1, m. 38, Rodrigo Val. 1-2, m. 87, Puche.

Árbitro: Pérez Prado. Mostró la cartulina amarilla al jugador del Reus Genis.