La irregularidad preside la puesta en escena del Real Zaragoza en la temporada 2019-2020. Lógico, por otra parte, habida cuenta de que apenas se han disputado un par de jornadas y que el balón acaba de comenzar a rodar. En todo caso, todavía en pleno mes de agosto, el equipo aragonés emite evidentes señales de mejora respecto a la pasada temporada, algo, por otra parte, no demasiado difícil de conseguir. Este Zaragoza está más hecho, es más compacto y, sobre todo, no ha sido confeccionado para un solo estilo y sistema. El rombo no es sagrado, sino una opción más, como quedó patente el pasado domingo, cuando Víctor eligió ese dibujo para hacer frente a la Ponferradina. Y el resultado, en líneas generales, fue satisfactorio.

A ese mayor empaque contribuye el hecho de que ya no hay experimentos en el banquillo. Por primera vez desde Popovic, el Zaragoza ha comenzado la temporada con el mismo técnico que acabó la anterior y, además, los resultados le avalan. Su participación directa en la configuración de la plantilla ha contribuido decisivamente a crear una escuadra más equilibrada y competitiva. Más poderosa.

Pero, con todo, sigue habiendo carencias y necesidades urgentes. Porque, aunque la mejora en la calidad física del plantel es evidente, el Zaragoza todavía tiene que adquirir un mayor potencial en esa parcela. En ese sentido, Víctor quiere fortalecer el centro del campo con un mediocentro físico y considera que su incorporación supondría un salto de calidad casi definitivo. Ese futbolista no solo aportaría oxígeno y músculo, sino también centímetros a un centro del campo compuesto ahora por jugadores de corta estatura. Es el caso de Javi Ros, James, Guti o el propio Kagawa. Eguaras, de mayor envergadura, no brilla precisamente en el juego aéreo y su fortaleza defensiva y Bikoro, fichado por el director deportivo, Lalo Arantegui, para aportar ese músculo necesario a la medular, no cuenta para Víctor.

DEBILIDAD

Esa debilidad en el centro del campo ha quedado patente en los dos partidos disputados hasta ahora. El Tenerife superó al Zaragoza en una primera parte en la que dominó la zona ancha de principio a fin. Sin embargo, fue el cuadro aragonés el que marcó, lo que fue clave para el devenir final de un partido en el que, como en Ponferrada, Víctor eligió matar al contragolpe. En La Romareda le salió bien y el Zaragoza marcó el segundo, pero no fue así en El Toralín, donde el equipo se echó demasiado atrás y acabó superado por una Ponferradina que pudo incluso ganar y que, durante una hora, superó a su rival, que nunca encontró el contragolpe.

Porque, ahora, la contra no es una herramienta imposible. De hecho, se diría que el actual Zaragoza estaría más capacitado para jugar al contragolpe que en estático. Tiene velocidad arriba y jugadores capaces de acertar en el último pase. Dispone de enlaces, flechas y rematadores y así han llegado los tres goles anotados hasta ahora -aunque uno de ellos de penalti, pero cometido sobre Álex Blanco en una contra-. Da la sensación de que el Zaragoza se encuentra más a gusto corriendo que andando. La posesión ya no es sagrada -ha tenido el balón menos que su rival en los dos encuentros- y el balón largo y el ataque directo han pasado de ser un recurso extraordinario a una herramienta habitual.

Es, pues, un Zaragoza más heterogéneo y práctico, pero también más seguro. La ganancia en defensa parece evidente, con los acertados fichajes de Vigaray y Atienza y la recuperación de un Grippo que está mostrando un notable nivel tras casi un año parado. A ellos se les unen Nieto que, junto a Lasure, deben ser una garantía en el lateral zurdo, y Cristian, el jugador más determinante del Zaragoza.

Pero arriba también hay dudas. Luis Suárez, pese a no estar bien en Ponferrada, no se discute por ahora. No es el caso de Dwamena, el delantero de referencia. Sus cualidades son incuestionables, pero preocupan las consecuencias que pueda tener la falta de gol en su estado anímico. Es el ghanés un futbolista con facilidad para venirse abajo si vienen mal dadas y en eso se está empleando a fondo el cuerpo técnico: en trabajar la cabeza de un delantero que se presume fundamental.

En todo caso, Víctor cree que el Zaragoza necesita sumar a su plantilla otro tipo de delantero. Se busca un jugador rápido y con gol. Un delantero habilidoso. Un incordio. Un grano en el trasero de la defensa rival. Junto al mediocentro físico, el elemento que le faltaría a un Zaragoza todavía a medias en todos los sentidos.