A las 19.30 horas de este viernes, en Montilivi, el protagonismo volverá a ser para el juego, para el fútbol y el balón. Atrás quedarán unos días donde el ojo del huracán ha estado puesto en el VAR como consecuencia de los hechos sucedidos en el derbi aragonés del lunes y del posicionamiento público y oficial del Real Zaragoza contra el uso que el colectivo arbitral hace de la herramienta. En este deporte la renovación es constante, tecnológica, metodológica, de contextos, pero al final todo sigue siendo muy viejo. Fijando la mirada solamente en esta última polémica, que es un sinsentido escarbar en el pasado, porque detrás del pasado inminente siempre habrá otro más lejano y justificaciones para justificarlo todo, aquí y allá, lo ocurrido fue lo siguiente: hubo falta de Pulido a Puado y el gol de Javi Galán debió ser anulado. El árbitro se equivocó en la decisión y en el procedimiento posterior.

Al día siguiente del 0-1, el Real Zaragoza señaló directamente al VAR y en sus canales oficiales, que las redes sociales también han servido para esto, para la banalización de las cosas serias y para encender las pasiones en hogueras descontroladas, incluyó varias imágenes de acciones en las que las decisiones arbitrales le perjudicaron. Al poco, Pulido, capitán azulgrana, respondió con una fotografía del derbi de diciembre en El Alcoraz en la que, en ese caso, el damnificado fue el Huesca. Estamos ante un fenómeno tan antiguo como el fútbol: todos los clubs y una parte de sus aficionados se sienten ultrajados por los colegiados, objeto incluso de persecuciones y conspiraciones. Todos los clubs ponen un decidido énfasis en señalar las acciones que les son desfavorables y jamás se refieren a las que les han ayudado. Todos hablan de que quieren la ecuanimidad y la justicia arbitral cuando en realidad todos desean que las decisiones polémicas les favorezcan. En el fondo, se trata de un problema de falta de cultura deportiva de base de imposible solución. Al que ahora se añade uno nuevo: el desastroso uso del VAR en el fútbol español. La herramienta es fantástica, su protocolo de utilización, incomprensible e inadmisible muchas veces, como por ejemplo en el derbi de La Romareda.

En ese escenario, de presión institucional, con varias decenas de millones de euros en juego en estos 16 días y herido en el orgullo por la derrota, se mide el Real Zaragoza al Girona con otras cuentas pendientes, estas estrictamente deportivas y de obligatoria corrección. Tras el parón, el equipo de Víctor Fernández ha sumado 6 puntos de 15 posibles: ha perdido todos sus encuentros como local (la ausencia de público le ha hecho un daño terrible) y ha ganado fuera al penúltimo y al antepenúltimo. Sus inicios de partidos han sido muy flojos de manera casi uniforme. En el reverso de la moneda, las segundas partes contra el Extremadura y el Huesca, las más cercanas en el tiempo, han sido las mejores y donde mayor luz se ha visto. En medio de todo el guirigay extradeportivo, el Real Zaragoza depende de sí mismo para ser líder este viernes noche y para subir a Primera. La recuperación física de Puado y Vigaray también debería jugar a favor. Más nivel y calidad. Ahí ha de poner la plantilla el foco y toda su energía. Ahí está realmente el ascenso: en el césped.