Por ti. Sobre todo, por ti. Porque abriste los ojos en un sueño de verano y no has dejado de disfrutarlo a lo grande. Porque cantaste con el corazón ese gol de Gallar en Eibar. Porque te has comido esas carreteras de comarca para llegar a El Alcoraz. Porque conseguiste que tu hija se compre la camiseta del Huesca y guarde aquella otra en el olvido. Porque fuiste al Camp Nou, al Wanda, al Bernabéu, donde fuera e hiciera falta. A ti porque lloraste y reíste, porque la gozaste y lo sufriste. Porque consolaste a los tuyos en el llanto del descenso dando una lección al mundo entero. A ti porque eres la razón de todo.

Por esos 7.000 que caben en este coqueto Alcoraz que nos queda de Primera como tantas y tantas cosas. Por esas almas oscenses, aragonesas, y por las que no estarán, pero han estado desde la Jacetania a Monegros, desde la Ribagorza a La Hoya, desde el Serrablo a La Litera. Por Huesca entera, por ese ejemplo de afición que no ha dejado de divertirse y animar en esa vuelta por los grandes que ni imaginaban. Por ellas y ellos hoy se debe celebrar la despedida de Primera como una fiesta de hasta luego, como una juerga de felicidad y agradecimiento a todos los que han compartido esta locura cuerda, a aquellos que se van, y a aquellos que se quedan. Con el Leganés (20.45, BeIN LaLiga) porque toca, pero podría haber sido cualquier otro, porque eso es lo que menos importa.

También por ti, Juanjo. Porque has sido un capitán en silencio que lo decía todo. Porque quisiste vivir tu año en Primera en tu Huesca como merecías. Por esas once temporadas, sus 420 partidos de azulgrana, sus 80 goles de bronce, plata y oro. Por esos ascensos y esos descensos, porque nunca dejaste de creer y luchar. Por ser ejemplo. Porque se puede ser zaragozano y del Huesca y no pasa nada. Porque hiciste de tu club tu hogar, tu familia. Y en ella seguirás.

A Francisco. Porque superaste lo insuperable. Porque te vas, no has logrado la permanencia, sólo conseguiste cinco victorias y diez empates en 31 jornadas, pero has conectado como nadie con la genética de esta entidad y esta ciudad. Porque te mereces la larga ovación que vas a recibir con toda la admiración y el cariño. Porque lo dejaste todo desde el primer día. Por tu sinceridad y dignidad. Porque pocos entrenadores han calado tan hondo.

Por Chimy, por Pulido, por David Ferreiro, por Gonzalo, por Aguilera, por Álex Gallar, por Santamaría, por Akapo y Moi, aquellos que ascendieron y se quedaron. Por Miramón, Galán, Etxeita, Jovanovic, Diéguez, Mantovani, por Varas, por Enric Gallego, por Yángel y Juanpi, por Insua, Rivera o Musto, que vinieron y dieron la talla. Por cada uno de esos jugadores que lucharon por conseguirlo y lloraron impotentes por no lograrlo. Aplauso cerrado para los que se van y un abrazo de esperanza para los que se quedarán. Tiempo para que el respetable muestre sus preferencias sobre quién debería afrontar aquí el reto del ascenso.

Porque hay que despedirse por todo lo alto, porque se quiere ganar. Borrar la amargura de la última goleada del Valencia. Porque no es lo mismo ser último que penúltimo. Porque el recuerdo colectivo debe ser feliz, alegre y gozoso. Hoy no es el final de nada. Solo es una continuación de una realidad fabulosa y maravillosa que late con fuerza y llena las venas de esta provincia de fútbol de pasión y orgullo. Esta noche será la última de la temporada en Primera y será la primera del reto del ascenso. Esta noche será inolvidable, otra para el recuerdo.