Esta vez no hubo maldiciones, ni males de ojo ni goles en el último suspiro. El Alcoraz ya puede decir, al fin, que ha visto a su equipo ganar en casa en Primera División. Y vuelve a creer en la permanencia, si es que en algún momento alguien perdió la esperanza, porque volvió a ser mejor que su adversario. Esta vez fue un Betis apático y que pasó de puntillas por el feudo azulgrana, como si el duelo fuera un trámite. Ganó el que quiso hacerlo, ni más ni menos, y ese fue el Huesca. Victoria muy merecida, de fe y de no bajar los brazos. Los Reyes Magos dejaron alegría y abrazos en El Alcoraz.

A pesar del triunfo, el encuentro tuvo un guion ya conocido, pero injusto. El Betis, sin tirar ni fuera ni a puerta, se puso por delante en el comienzo de la segunda parte merced a un inocente penalti de Etxeita sobre Tello que transformó Sanabria. Primera vez que rompía a sudar Santamaría. Sin embargo, el Huesca metió un par de marchas más al encuentro mientras el Betis siguió contemplativo y buscando una contra.

Tal era la pasividad verdiblanca que una pérdida peligrosa acabó en el empate de Ferreiro, que estaba libre de marca y, poco después, Christian Rivera ejecutó una bonita volea al fondo de la red. Y con el pitido final, la locura, la emoción y los gritos de una afición liberada y de unos jugadores que por fin vieron recompensada su persistencia con tres históricos puntos. Llegó la primera victoria de la historia en El Alcoraz en Primera División.

La primera parte aburrió a las ovejas. Fue soporífera y no ayudó la fría noche oscense. El Betis tocó sin profundidad alguna y con poco ímpetu por inquietar a un Santamaría que no tuvo nada de trabajo en todo el partido más allá del penalti. El Huesca esperó paciente, poco enérgico y contemplativo. Solo se movían los peones con ganas de firmar, ya al comienzo, casi las tablas.

El ritmo cansino dejó tres livianos tiros del Huesca, todos ellos lejanos y con muy poca mordiente. Miramón fue el protagonista de dos de ellos y Ferreiro del tercero tras una galopada potente de Cucho Hernández. Del Betis, ni rastro.

CUESTIÓN DE CONVICCIÓN

Necesitaba el partido que la coctelera se agitase de algún modo para despertar del letargo. Y llegó a los siete minutos de la reanudación con un penalti evitable de Etxeita, que se comió un recorte de Tello, en la que fue la primera aproximación de los andaluces al área rival. Sanabria ejecutó fatal y Santamaría la tocó, pero no pudo evitar el gol.

El tanto fue el impulso definitivo. El Betis siguió especulativo y buscando una contra sin mucha convicción. Mientras, Francisco introdujo a Chimy Ávila y Gallar para ir a por todas. Poco antes del empate, Tello decidió en un mano a mano, afortunadamente para el Huesca, que lo mejor era ceder para Canales. La zaga cortó y no tuvo más el Betis, que pagó su relejación con una pérdida del propio Tello que terminó en una galopada de Gallar y el empate de Ferreiro a placer de cabeza en el segundo palo.

Poco después, el gol de la convicción y la esperanza. Gallar colgó una falta plana y floja, despejó mal la defensa verdiblanca y Rivera, con la diestra y con el corazón, se sacó una volea certera de la chistera. La tensión y los nervios hicieron sufrir al Huesca, pero esta vez gestionó bien los últimos minutos y el Betis no inquietó la portería oscense para nada. El Huesca sueña con la salvación y sonríe con el nuevo año.