La coronilla blanquecina del Tozal de Guara anuncia que más arriba las nieves cubren con generosidad los Pirineos. Buena nueva para las estaciones de esquí y todos aquellos que viven del turismo invernal, un sector económico vital para el bienestar económico de la provincia de Huesca. El alumbramiento de este manto blanco no sólo ha traído la felicidad a los montañeses del Norte y a los hambrientos palilleros del Sur, a dos velas durante todo el seco invierno sin ciclogénesis explosivas que llevarse al remonte, sino que ha sido el mejor presagio para un Huesca que ve cómo el año nuevo le ha abierto una puerta hacia la esperanza.

El colista de LaLiga, el imberbe novato, ha pagado su proceso de adaptación y una defectuosa apuesta de cesiones en la planificación veraniega. Cuatro meses de peaje en los que solo acumuló ocho puntos, salió dolorido de once derrotas y dejó detrás de sí el bello cadáver deportivo de su primer entrenador. Sin embargo, si solo se contabilizan los seis partidos que se llevan jugados en lo que llevamos de enero y febrero del 2019, el Huesca pegaría un salto capital en la clasificación. Teniendo en cuenta únicamente este nuevo ciclo, el cuadro azulgrana sería el sexto mejor de los veinte inquilinos de la categoría, merced a los tres triunfos (Betis, Valladolid y Girona), el empate de San Sebastián y haber cedido únicamente dos derrotas (Leganés y Atlético). Esta nueva velocidad de crucero, propia de un candidato a Europa, es la esperanza hacia la permanencia.

LOS CAMBIOS

La transfiguración del Huesca ha venido acompañada de la suelta de los lastres de jugadores pocos identificados con el lema institucional (Semedo, Longo, Werner...), que sí reblaban ante la adversidad y restaban más que sumaban. La entrada de otros arrinconados hasta la fecha, como Roberto Santamaría o Pablo Insua, infortunadamente lesionado en Girona, y la irrupción imperial de los fichajes de Enric Gallego, Javi Galán, Juanpi Añón o Adrián Diéguez han mutado a un muerto viviente en un bailongo con ganas de juerga insomne. Los diez puntos cosechados, de 18 posibles, en esta media docena de jornadas sólo han sido superados por Real Madrid (15), Barcelona (14), Real Sociedad (12) y Athletic (11), próximo rival en pasar por El Alcoraz, y son los mismos que el póker de madrileños (Rayo, Leganés, Getafe y Atlético). De la noche al día. De la desesperanza a la ilusión.

Sin desprenderse de la condición de farolillo rojo, este impulso ha permitido al cuadro oscense recortar el territorio perdido, tomar aire y empezar a soñar con una permanencia que se sitúa ahora a seis puntos, los mismos que debe recortarle el Madrid al Barcelona por LaLiga, por ejemplo. Hay que recordar que hace nada la salvación se distanciaba a once, casi el doble. Si en 18 jornadas el Huesca había almacenado sólo ocho puntos (una victoria y cinco empates), en apenas seis ha superado estos registros notablemente, con un balance goleador positivo (ocho tantos anotados por cinco encajados).

Al Huesca se le reclamaba una reacción y ésta ha llegado. ¿Será tarde? ¿Será capaz de mantener esta inspirada racha? Son preguntas que brotan en la cabeza del buen aficionado del Huesca. Y si su cerebro se pone a hacer cuentas amanecerá una sonrisa en su rostro. Aunque todo sean condicionales, nada tangible, si Francisco consigue que su grupo mantenga este ritmo de eficacia, con una proyección de diez puntos cada seis jornadas (1’666 por partido), alcanzaría el final de la temporada con 43 puntos, una cifra que le permitiría permanecer teóricamente en Primera, más si cabe en una campaña protagonizada por la igualdad y por las rachas cambiantes.

LA REACCIÓN

El hundimiento en el presente de hasta ahora ciudadanos de la zona tranquila, como el Girona (5 puntos de 18), Celta (3) y el Levante (5), o la falta de reacción de otros acompañantes en la hoguera como el Villarreal (4), hacen albergar esperanzas de que la lucha por la permanencia va a implicar a una multitud donde, por el momento, el Huesca tiene ganados dos posibles desempates por golaveraje (Valladolid y Girona). Los próximos rivales (Athletic y Espanyol) se mantienen en este numeroso pelotón.

Los guarismos se mejoran si contamos sólo las últimas tres semanas de competición, en las que únicamente el Real Madrid, invicto con nueve puntos, ha mejorado a los aragoneses (7 puntos), que igualan con un Leganés que también está saliendo de la quema al galope de los goles de Youssef En-Nesyri. En esta etapa el Huesca, además, es el único de los inscritos en Primera que ha mantenido a cero su puerta, siendo Roberto Santamaría el portero que más minutos lleva imbatido en la actualidad. La irrupción del cancerbero navarro y la construcción de un sistema de cinco defensas son clave para entender la mutación de flan a muro de hierro que ha experimentado la zaga oscense.

Las rachas como vienen se van. El Huesca debe ser consciente de que su vida pende del hilo de la regularidad. Los primeros pasos se han recorrido, pero el camino es larguísimo y empinado, porque se parte del pozo más profundo y oscuro. El ejemplo de equipos impulsados en el último tercio de la competición, como el Getafe, Real Sociedad o Athletic debe ser el reflejo, como un consejo para percibir que las mejoras, como le ocurrió al Rayo (cuatro victorias y un empate en cadena) o al Valladolid (cuatro triunfos seguidos en la primera vuelta), son efímeras e inertes. Nada está hecho todavía y la batalla se presagia larga y dura. Pero la oportunidad ha nacido.