Se compara a aquella Sociedad Deportiva Huesca del comienzo de temporada y al de ahora y hay muchos cambios, una evolución paulatina y constante con pocos denominadores comunes y jugadores intocables desde aquel triunfo en Eibar que se ha ido evaporando por la angustiosa situación actual de los altoaragoneses.

Entonces Chimy Ávila era un actor secundario. Importante, pero secundario al fin y al cabo. Sobre el papel no iba a ser un primer espada y así fue al comienzo. Iba, venía, salía de titular algún partido y ejercía de revulsivo, pero no se llegó a estabilizar en el equipo oscense. Ni Leo Franco ni Francisco al principio terminaron por confiar en él. Pero el argentino, canchero y duro de pelar como es, no se rindió. O mejor aún, no rebló. Encarna como nadie los valores del Huesca por su carácter y se empeñó en que tenía que pasar de secundario a protagonista y la apuesta le está saliendo ganadora, porque no para de sumar goles, minutos, titularidades, importancia y el cariño de la gente de El Alcoraz. Más todavía, si cabía.

Chimy lanzó el guante antes del encuentro ante el Barcelona. Dijo, sin tapujos y directamente sobre su continuidad: «Es triste. Sabemos que hay un porcentaje que no me voy a quedar y a mi familia le gusta Huesca, pero ya no depende de mí eso tampoco». Así de claro fue. De momento, añadió: «Tengo hasta junio y mi último partido va a ser la última fecha. La verdad es que me tengo que regresar a Argentina. Aún no se habló nada de eso, mi cabeza hoy está, si me toca marchar, en dejar a Huesca en la permanencia».

Máximo goleador

Ante el Barcelona, la afición del Huesca le devolvió ese cariño de nuevo al argentino. Ya lo hizo en la fiesta del ascenso ante el Nástic de Tarragona, cuando entonó la grada con energía «Chimy, quédate». Contra los azulgranas, la historia se repitió en el minuto 19 (su dorsal) y tras su cambio en la segunda parte. Al unísono y de forma unánime. No hay discusión ni grises. Tampoco depende de él al 100%, cierto es; tanto como que ahora Chimy no es aquel atacante que fue importante en el ascenso a Segunda. Lo es todavía más.

San Lorenzo de Almagro, su club y que tiene un convenio con el Huesca, tendrá la última palabra sobre su continuidad en el equipo oscense, pero el atacante volvió a dejar la suya en las redes sociales: «El amor que nos tiene esta hermosa ciudad es grandioso. Gracias, gracias mi querida SD Huesca. Mi familia y yo nos sentimos unos privilegiados de tener el amor de esta hermosa ciudad y hermosa grada. ¡Los amamos, mis oscenses!», dijo agradecido tras el empate sin goles con el conjunto catalán.

Todo ese cariño es indudable que Chimy Ávila se lo ha ganado con creces. Nunca deja de correr, pelear y luchar cada balón hasta la extenuación y más allá. Es un ejemplo de garra y de entrega. Pero el rosarino no es solo eso. Este año se está superando y, si el Huesca sigue con opciones a día de hoy de salvarse, es en gran medida por su aportación.

En Segunda, en su primera experiencia europea, contribuyó al ascenso con siete dianas, pero este curso, en la máxima categoría, ya suma ocho con todavía seis jornadas por delante, por lo que es el máximo anotador del equipo azulgrana por delante de Etxeita, Cucho Hernández y Enric Gallego.

Todo ello sin ser un delantero centro puro, pero sí un jugador con el don de la oportunidad. En las últimas once jornadas, solamente Messi y Benzema han marcado más tantos que él y ha sido protagonista en choques de vital importancia. Marcó un doblete contra el Girona para dar alas al equipo altoaragonés, fue el protagonista del gol del triunfo en el último suspiro del descuento contra el Sevilla y consiguió los empates contra el Celta de Vigo y el Levante que hicieron soñar al equipo oscense con la victoria.La historia de amor entre Chimy Ávila y el Huesca es bonita y el argentino no la quiere terminar. Pero no todo depende de él, porque si por el atacante fuera, pocas dudas habría.