Los buenos propósitos suelen tener una fecha de caducidad más corta que la vida de una mosca en el Polo Norte. Hay ya quien antes de apuntarse al gimnasio en enero va pidiendo la baja voluntaria de la tabla de pesas y apuntándose a la de quesos y embutidos. No es ese un buen paralelismo para el mapa de anhelos del Alcoraz. Al Huesca su lista de deseos para el año nuevo empieza con la misma obsesión de ‘Zapatones’ con el que se comió las uvas, puso la calefacción en noviembre y se merendó la última sandía del verano: ganar, ganar y ganar.

La victoria, si puede ser este mismo sábado ante el Betis, por favor, se coloca en mayúsculas y subrayada con fosforito en la carta a los Reyes de Francisco y cada uno de sus jugadores. Cortar de una maldita vez esa mala racha de 16 jornadas sin vencer y borrar la fecha del 19 de agosto del calendario de partidos ganados se presentan como prioridad perenne para un grupo que si no suma de tres en tres tendrá que ir pensando más en Segunda que en Primera con demasiados meses por delante.

Este es el objetivo más cercano y palpable, el más galopante por su insistencia en no cumplirse y por lo cruel de su desarrollo macabro, y más teniendo en cuenta que El Alcoraz aún no ha vivido la fiesta del triunfo en la máxima categoría y vive una sequía desde que el 26 de abril se superase al Granada aún en ‘plata’.

El segundo punto en el montón de ‘quereres’ para el 2019 pasa por acertar con los fichajes para redefinir el rumbo torcido. La entrada de novedades con la apertura del mercado (con cierre el 31 de enero) debe servir para refrescar un vestuario donde varias piezas ya han sido señaladas. No habrá locuras. No van con la filosofía del Huesca. Sí apuestas de presente y de futuro.

Emilio Vega y sus ojeadores, junto con Agustín Lasaosa, Petón y Josete Ortas, trabajan en la inclusión de al menos un jugador, con dos puntas si hubiese oportunidad, por línea en el caso de ir confirmándose las bajas, dado que ahora sólo hay hueco para dos incorporaciones. Los nombres que han empezado a aparecer van en ese sentido. Los cedidos Werner, Longo y Semedo podrían regresar a sus puntos de origen, mientras que Brezancic, falto de la confianza del técnico, y Gürler, este si llegase una oferta suculenta de Turquía (se pagó por él 2,5 millones hace seis meses), están en la rampa de salida.

Estas inclusiones y el viraje en la suerte de resultados, que confirme la buena imagen de juego e intenciones desde la incorporación de Francisco, serían la base en las que pensar en una recuperación milagrosa: un mínimo teórico de 34 puntos en 21 partidos. Casi a ritmo de clasificación europea debería carburar el Huesca en la segunda vuelta para continuar como miembro de la mejor Liga de Europa.

Esta reconstrucción entra dentro de lo que sería el tercer renglón del texto que condensa los buenos principios de la entidad para el 2019. La configuración de un proyecto para la siguiente campaña, sea donde sea, ya comenzado. La renovación de uno de los hombres más destacados, David Ferreiro, que firmó un contrato que le vinculará hasta el 2021, puede ser una de las primeras dentro del núcleo duro que obró el ascenso, siendo la marcha de Melero hacia Villarreal, con el que firmó una opción de preferencia, casi segura.

La declaración pública y privada hecha por directivos y responsables del club azulgrana en cuanto al interés de mantener a Francisco como técnico más allá de categorías se interpretan como un voto de confianza ciega en el entrenador. Ese deseo, el renovado estadio de El Alcoraz, una estructura de club consolidada, una política económica sin grandes riesgos y la posibilidad de la compensación económica por el abandono de categoría (unos nueve millones de euros) hacen que el 2019 nazca como un año de equilibrio y coherencia en la trayectoria que ha construido el Huesca en las últimas temporadas. Sin dramas. Y si es en Primera, mucho mejor.