Las patatas calientes siempre le caían en las manos. La preocupación del resto era esa, cerciorarse de hacerle llegar la pelotita. Desde donde fuera, como fuera, Kobe se elevaba sobre todos para anotar esa bala mortal. Como la mejor copia de Michael Jordan en Utah o volando sobre Craigh Ehlo en The Shot. Bryant era el hombre en el crunch time, ese tiempo de crisis que define en el baloncesto a los héroes del tiro ganador sobre la bocina, en el último instante.

El Huesca es el Venom de Spiderman. Es el negativo de Kobe. Es esa cara de espantosa incredulidad que ve rodar el balón humeante frenando los segundos en el aire, sabiendo que va a entrar. Al Huesca se le está escapando el ascenso en ese envés de la heroicidad, derrochando en el descuento el tesoro encontrado con sudor en noventa minutos. El descuido de Luisinho ante el Cádiz propició la pérdida de dos puntos que no son los primeros en caer por el sumidero de la desesperación de Míchel.

Un total de nueve, sí, nueve puntos. Cuatro empates y una derrota que tendrían que haber sido victorias y unas tablas, en la última o últimas jugadas de los partidos son esos pequeños detalles que colocan ante casi un imposible al Huesca antes de su visita a la fría Romareda. Una resta que sumaría ahora un liderato.

Cinco resbalones en el escalón final del ascenso. La pérdida de concentración en momentos grosos, despistes defensivos, la carestía para ir a rematar la faena, ese paso atrás casi natural cuando vas ganando y una pizca de mala pata están convirtiéndose en una condena para Míchel y sus jugadores.

SECUENCIAS DE TERROR / Marcan seis de añadido. Es el 95. Cambio de orientación. Luisinho mide mal el salto. En el retroceso agrava su pena. Tropieza con Salvi. Derribo, penalti y gol. De cuatro a seis puntos del ascenso directo a falta de siete jornadas.

Primer partido del 2020. 4 de enero, semana 22. Mikel Rico había adelantado al Huesca en el Martínez Valero. Robo en la medular. Seis defensas basculan hacia la posesión descuidando la segunda línea. Verdú asiste de volea y Pere Milla empitona con la zurda. Era el minuto 92 y el 1-1.

No se vayan muy lejos. Quince días más tarde en Oviedo ante 11.000 carbayones valía el tanto de Eugeni. Se aguantaba. Lance con tres cabezazos incontrolados. Sale Pulido de la cueva para despejar. No es preciso. El rebote acaba en un pase rápido a Ibra al borde del área. Cruza certero la ejecución (1-1) en el 92. La última jugada. Otros dos puntos menos.

Viajamos a Gerona. Sábado 8 de febrero. Cerca de las seis de la tarde. Nadie había marcado. Balón colgado desde el lateral izquierdo. Salida larga de Álvaro que arrolla a Insua y caen al suelo. El balón manso acude a Samu Saiz, tras posible fuera de juego posicional. Ya se sabe que los ex nunca perdonan. Zambombazo al hueco y gol en el 94. Derrota.

No termina aquí la cosa. Dos partidos antes del parón visita El Alcoraz el Extremadura. Okazaki imperaba un 2-1. Circulación por derecha que Óscar Pinchi retuerce al segundo palo. Rico salta liviano ante la escalada de Alegria hacia un cabezazo certero. Otra victoria que se escapa entre los dedos. Era el minuto 88.

JUAN CARLOS, CONFÍA // Como los púgiles peleones, el Huesca pisó la agria lona de la decepción por la noche y a la mañana siguiente se despertó de pie pidiendo más guerra. Juan Carlos Real se encargó de materializar en palabras el mensaje de lucha que se presentará el lunes en la Romareda. «Lo teníamos en la mano y al final de todo nos consiguen empatar. El momento fue muy doloroso, un golpe fuerte, pero esto no para y pensamos ya en lo próximo», aseguró.

Seis puntos de diferencia en siete jornadas. Difícil es, pero no imposible y el ascenso directo no es una renuncia para el Huesca. «Está todo abierto. Es verdad que quedan menos jornadas y que al no ganar se mantienen las distancias con los puestos de ascenso directo. Pero está abierto y el lunes hay otro enfrentamiento directo. Hay que trabajar, porque hemos peleado mucho para llegar aquí. Quedan opciones y no nos vamos a rendir ahora. Es otra final, como todas las que quedan. Aunque en este caso es un derbi, que siempre es especial. Somos conscientes de lo que nos jugamos y de que podemos levantar el ánimo, por lo que nos preparamos para dar el máximo», indicó el gallego, que presiente un partido «igualado» ante el Real Zaragoza.