Bilbao no es lo que era. La frase arrasa en los foros de la nostalgia en los que triunfan las tabernas de mantel a cuadros y los precios a peseta. Y quizá tengan hasta razón. Ser, ser, no es la misma. La hegemonía del Guggenheim en su silueta, la limpieza de cara del Casco Antiguo, el metro, los gastrobares de pintxos, la desaparición de los Altos Hornos... hasta San Mamés no es San Mamés. La capital vasca se ha remozado en las últimas décadas en una urbe de pinta más europea, turística, amable y pulcra.

Pero si algo queda del Bilbao de toda la vida eso es el Athletic. Y las carolinas. Once tipos vestidos de rojiblanco rugiendo como un león. Porque el Athletic es Bilbao y es parte de su historia, de su genética. Por eso mismo, por esa tradición, el de hoy (22.00, Gol) no es un partido más. No sólo por ser el segundo, por poder ser la reválida de un debut soñado, sino por el lugar. Porque San Mamés no será el San Mamés de antes, pero es San Mamés. Un lugar mítico, donde se exhala fútbol de antaño, aroma a puro viejo y futbolista bueno, a estirpe de campeones, a grada sabia, a cantera, a tierra y tradición. Esa ‘Catedral’ donde los monaguillos del Huesca saltarán esta noche para tocar la campanada con tantas ganas como en el coqueto Eibar.

La SD Huesca se estrena entre grandes. Como los toreros. En una plaza buena y ante un rival de otra dimensión, al menos en el nombre, presupuesto (100 millones) y en una clasificación que dice poco. Los bilbaínos ganaron como los aragoneses 2-1 en la jornada anterior, la primera, al Leganés. Pero en la filosofía del día a día, esa a la que se agarraban los oscenses, quiere decir que no hay prisas, tranquilidad y tiempo para seguir progresando. En Ipurua el cuadro azulgrana supo hilvanar su filosofía de sobriedad en defensa, disminución de riesgos, líneas apretadas y pelotas eléctricas para la salida en velocidad y en diagonales de los atacantes. La receta podría repetirse ante un adversario con las mismas intenciones de tomar el dominio de la pelota y de atacar una portería, la de Werner, que parece no tan fácilmente batible.

LA CITACIÓN / Una semana sin contra indicaciones, de entrenamientos pausados, buen ambiente y pensando en el progreso. Noticias inconclusas de incorporaciones y fe en lo que se vio en Ipurua. Leo Franco, con la única baja del sancionado Akapo y la no convocatoria de Aguilera, Camacho y Brezancic, pretende repetir el once que dio esa primera victoria y esas gratas sensaciones ante un Athletic que puede tener más talla emocional, pero es sólo un equipo de fútbol. Nada más. Sumando el añadido de contar con 500 oscenses en la grada con la ilusión del retorno a Primera como pulmón y coro. Canción de ilusión y sorpresa.

La entidad de Ibaigane, como la de El Alcoraz, ha dejado las riendas deportivas a un entrenador argentino, Eduardo Berizzo, gustoso del juego de desplazamiento corto, extremos y garra que exhibió bajo su mando el Celta y no tanto en Sevilla. La misión es remontar el decepcionante decimosexto puesto, el segundo peor de su historia, de la campaña anterior con Ziganda y reconducir una situación que ya ha sido zarandeada por los postes de la portería. El traspaso récord de Kepa Arrizabalaga al Chelsea (80 millones) y la situación que vive Álex Remiro tras su regreso de la cesión a Huesca mediatizan el presente del equipo. La decisión del meta de no renovar si no es con un salario al que aspira ha propiciado su paso a la grada y que éste haya sido la noticia predominante de la semana en Lezama.

En su llegada, Berizzo ha sacado el hacha y ha hecho de aizkolari, cortando por lo sano lo que ha considerado necesario. Dejó fuera de la convocatoria a internacionales como San José, Beñat, Balenziaga y Remiro, por lo comentado anteriormente. La semana no ha congelado esta revolución y ha avivado con gasolina la polémica con los escarceos nocturnos de Williams y Aduriz (lesionado y fuera de la partido de hoy) durante la Semana Grande de Bilbao y los rumores que sitúan a Mikel Rico de vuelta en Huesca. Como comparación, en la orilla altoaragonesa, el regreso silencioso del defensa Etxeita y el ayudante Pablo Orbaiz arrancarán aplausos desde las tribunas.

La SD Huesca, como debutante en San Mamés, cumplirá con la promesa de realizar una ofrenda al goleador histórico Pichichi. Tradición que honra la visita de un debutante en LaLiga por un campo mítico, de noches de gloria y énfasis de balompié de antes. Una dimensión que se difumina en la realidad del presente. Donde lo que importa es el hoy y el futuro, no las maletas del ayer. Porque la única realidad es donde acabarán los tres puntos que se pondrán en posesión del mejor equipo en 90 minutos. ¿Y por qué no puede ser el Huesca?