Jovanovic miraba al banco buscando respuestas. ¿Subo o no? Francisco encendió la luz verde y para allí que se fue el serbio como un Palop de la vida. Esa imagen que siempre dibuja una muesca en la comisura del labio por imaginar a un portero marcar fue con la que terminó un partido para la historia. Porque histórica fue la visita del Real Madrid al Alcoraz e histórica la oportunidad que se le escapó al Huesca de salir victorioso de la efeméride. Otra oportunidad perdida con los mismos síntomas de siempre, de enfermedad de colista. El Huesca no le marca un gol ni al infantil B del Benabarre. Y sin goles no hay paraíso.

Volcado con todo, forzando córner tras córner, despreciando goles cantados y odiando a Courtois por su envergadura de Riglos, descreído de la grandeza de un Real Madrid decepcionante, ramplón, que excusó en el cierzo sus males, al Huesca se le escapó vivo todo un campeón de Europa. Como otro dominguero más de puente, los blancos vinieron a descansar a la provincia, a echarse un ratito en mitad de la costosa temporada de currelo de Champions. A falta de nieve, buenas son tortas de La Nave, o tres puntos que llevarse a la boca, aunque se los quites al más famélico de todos, a un colista cansado de jugar como nunca y perder como siempre.

El ‘sí se puede’ acompañó la salida cabizbaja de sus jugadores. Esa sintonía elevó su volumen en una segunda mitad donde sólo existió el Huesca, quizá por el viento a favor como excusó un repeinado Santiago Solari, quizá porque fue superado en intensidad, en rasmia y en esas ganas de no reblar que volvieron a hacerse visibles y orgullosas. Ese ‘sí se puede’ debe introducirse por las venas de un equipo que sigue jugando con creencia en la fe de Francisco, reduciendo sus múltiples carencias, mejorando atrás y enfermo de gol. Ese ‘sí se puede’ debe volver ante el Villarreal y todos los días de partido. Volcado en el área rival, arriesgando concediendo espacios, lanzando saques de esquina y faltas escoradas, con tiros a bocajarro de Chimy Ávila, Melero, Pulido, Cucho y Rivera, con el doble de disparos que su rival (10 a 5), así tuteó a todo un campeón continental que vino a Aragón a jugar un partido de solteros contra casados.

El Huesca apostó por un planteamiento cauteloso. A la espera. A ver cómo venía el Madrid. Apostado atrás con una defensa inédita, volcando a la izquierda a Pulido por la falta de confianza en Brezancic y dejando como pareja de Etxeita a Pablo Insua. Esta fisonomía no fue catada por los hombres de Santiago Solari con ferocidad. Prefirieron apostarse en la orilla con la caña puesta y sin meterse en río revuelto. A esperar que picara el pececillo. Y picó pronto. Justito después de que llegara la ocasión de Etxeita tras un córner que peinó en situación forzada fuera.

Un fallo de comunicación entre Pulido y Ferreiro, que no siguió la internada de Odriozola, permitió al vasco recibir encarando el área, levantar la vista, leerse Guerra y Paz y verse todas las temporadas completas de Friends y Los Soprano. Nadie le encimó, así que a Odriozola no le quedó otra alternativa que ponerle un centro de caramelo para que Bale dibujase una volea de 100 millones de euros al palo imposible de Jovanovic. Baratito. Bale, quizá no. El gol de regalo del Huesca, sí. 0-1 y a dormir.

Porque si alguien esperaba un Madrid espectacular esos fuegos de artificio quedaron en el envoltorio de golosina dulzona. La grandeza del Madrid se quedó en lo reluciente de su mega-autobús, en hacer abrir el aeropuerto de Monflorite, en reservar un hotelazo para él solo o traer en la comitiva a Butragueño y Florentino. El Madrid jugó en El Alcoraz sin gracia ninguna. Sin gracia ni Cristiano. Esperando el fallo, como los tenistas malos. Acostado en su cuna millonaria, dando más miedito por su fama que por su realidad futbolística. Y suerte tuvo de que el árbitro no expulsara a Carvajal.

Tan clara era esa mala imagen que el Huesca se fue creyendo que el Madrid no era para tanto. La segunda parte fue toda suya con Ferreiro hecho Garrincha. La movilidad de los centrocampistas, el dominio de la banda ancha por Moi, Melero y Rivera, posibilitó recuperar balones, moverla y encontrar opciones, aunque la falta de ímpetu y foco para marcar evitó otro resultado. Una clarísima de Melero, que sustituyó a Aguilera lesionado, que era más fácil sacar fuera que dentro. Otra de Pulido, con un chut de Karate Kid que se fue a Siétamo, y dos finales, una de Cucho a media vuelta sacada por Courtois y la postrera de Rivera que evitó Carvajal debajo de los palos. Una colección de casis que insiste en hacer pensar que este equipo sí va a poder luchar por la permanencia.

Huesca, 0: Jovanovic, Miramón, Insua, Etxeita, Pulido, Ferreiro (Gürler, m.75); Aguilera (Melero, m.18), Rivera, Moi Gómez, Chimy Ávila (Longo, m.84); y Cucho.

Real Madrid,1: Courtois; Odriozola, Sergio Ramos, Varane, Carvajal; Marcos Llorente, Ceballos (Valverde, m. 57), Modric (Isco, m.65); Lucas Vázquez, Bale (Asensio, m.75) y Benzema.

Goles: 0-1, m.7: Bale.

Árbitro: Melero López (Comité andaluz). Amonestó con cartulina amarilla a los locales Etxeita e Insua y a los visitantes Carvajal y Ceballos.

Incidencias: Lleno. 7.341 aficionados en el El Alcoraz. Antes del comienzo se homenajeó a Salma Paralluelo, jugadora aragonesa que ha sido recientemente campeona del mundo con la selección española sub-17.