Hay mercados en el sureste asiático donde puedes conseguir un bolso Gucci por cuatro cuartos. Hay muchos de estos por el barrio de Salamanca. Obviamente estas gangas esconden un tremendo engaño. Son copias. Los originales no se venden en las trastiendas de un comercio de Hanoi. Aunque a primera vista puedan parecer idénticos hay detalles que desvelan la engañifa. Como el Huesca ayer con la Real. Porque no tiene la misma capacidad de reacción, ni la misma voracidad, ni los mismos nombres propios (Silva y Oyarzabal) ni el mismo presupuesto, ni la misma confianza, nacida de un equipo que lleva más tiempo juntito. Normal.

Porque el Huesca volvió a querer ser quien es, un amante del fútbol bueno, no recularse en el tacticismo de pequeño, algo que le honra y por lo que hay que aplaudirle pese a que no lleguen las victorias, que llegarán tarde o temprano. Paciencia. Quiso no ser menos que el líder de Primera División, presentarse en su casa con traje elegante y preparado para una pelea cara a cara. Pero en mitad del combate de valientes, con la guardia baja y los puños fieros, se dio cuenta que él era un peso mosca compitiendo con un campeón de los pesados. La ilusión se le vino encima nada más marcar, un aguijonazo que en vez de dormir, despertó a una bestia parda, una Real que comanda LaLiga porque es el que mejor fútbol hace.

No hay que quitarle valor al Huesca. Sigue arriesgando. Pero sí que debe desprenderse de algunos lastres que le hacen ser un competidor insuficiente en esta categoría. Por el momento. Porque competir compite, pero no gana, aunque hacerlo ayer era extremadamente difícil, como lo será la próxima jornada contra el Madrid.

OYARZABAL Y SILVA

Y no porque Míchel no lo intentó. Puso todo el chuletón en el asador. Formó con Sandro y Rafa Mir, sin encerrarse en el autobús, recuperando a Javi Galán para recorrer la banda zurda y dando más minutos de adaptación a Borja García. No son en Vallecas blanditos. Estaba decidido a quitarle la posesión a la Real como había conseguido ante el Valencia y amarrar un buen resultado como esos empates que conquistó frente al Villarreal o el Atlético de Madrid. Pero a día de hoy, con un acumulado de 10-1 en los últimos tres partidos, la Real Sociedad de Imanol, que era un lateral justito y es un extraordinario entrenador, está en mejor forma que Rich Froning, que si no saben quien es les comento que es el campeón del mundo de Crossfit en los últimos cuatro años.

Amaneció el partido abierto como un melón. Sin sorpresas. Como dos niños en el parque, los dos querían la pelota. Sólo había una y el propietario era vasco. Se la quitaba de vez en cuando el Huesca. Con más espacios, no tenía que desquiciarse en la elaboración, siendo más vertical, con pases en largo o contragolpes.

El intercambio de golpes era de fogueo. Fallaba la puntería. Mir tuvo varios cabezazos, como prueba de su posterior gol. La Real se manejaba en las botas de Silva y Guridi, superando la línea de Mosquera y Seoane, y con un Oyarzabal imperioso. Pero fue un descuido de Maffeo, dejando blando y despegado su brazo, donde impactó la pelota al centro de Guridi. Penalti sin discusión que anotaba Oyarzabal, que lleva un inmaculado doce de doce en LaLiga.

Abierta la lata, poco antes del descanso, en otra acción directa, Mir tuvo un mano a mano que Remiro repelió con su cuerpo. Fue un aviso a la jugada que desencadenó la galerna. El murciano remató limpio de cabeza, dibujando un buen al centro de Galán. Hay delantero. El empate parecía que encendía un nuevo encuentro, aunque para amargura oscense.

Porque la Real se creció en esa adversidad. Remontada en 14 minutos al ritmo de Oyarzabal, su hombre de moda y que tuvo tres ocasiones, una con respuesta sensacional de Andrés. La última fue un testarazo para adentro. A su furia se había aliado la magia de Silva, que dio una lección de imaginación y lectura.

Como en el tercero, encimado por Seoane y Mosquera, coló el balón hacia su espalda para habilitar luego a Portu, que engañó a tirando al primer palo en vez de centrar raso. La reacción era sentencia.

Míchel buscó cambios con aroma a oportunidad para Escriche y Sergio Gómez, que se está ganando más minutos. Alterar algo que diese oxígeno o, al menos, que sirviera de descanso a Ferreiro y Sandro, que quizá aún no está para partidos completos. La alteración no cupo gran cosa, aunque el Huesca mantuvo su apuesta por querer controlar la pelota.

Lo que quedaba sirvió para ver el primer error de Siovas con el Huesca. Un fallo en el despeje dejó a Isak contra Andrés. Encaró y marcó un cuarto tanto que marca la diferencia entre la copia y el original, entre el líder y un equipo que juega bien, pero no gana.