El Huesca merece mucho más de lo que cosecha, pero no consigue rematar la faena, que es lo que importa en cualquier categoría, pero más en una Primera División repleta de depredadores que huelen cualquier resquicio de sangre. De nuevo, contra el Eibar, se vivió una situación ya conocida. Los azulgranas fueron mejores, pero fallaron lo infallable, especialmente en una primera mitad eléctrica, de buen juego, con muchas llegadas y un equipo totalmente reconocible. Fue ese Huesca con ADN de Míchel que percute una y otra vez y que en Segunda solía tener premio, pero en la máxima categoría está perdonando y lo que es peor, lo está pagando.

Eso se acaba traduciendo en la clasificación. Los oscenses, en nueve jornadas, todavía no han conseguido ganar y la losa comienza a ser importante. No definitiva, por supuesto, porque no se han descolgado y porque están sumando a base de empates, pero necesita vencer ya para templar la posible ansiedad que pueda surgir y para evitar una situación similar a la del estreno en la élite. A estas alturas, Leo Franco ya había sido destituido, Francisco se había estrenado con derrota y el casillero tenía cinco puntos, solo uno menos que ahora.

Eso sí, a este Huesca se le ve más maduro, con más aplomo, con más capacidad para jugar al fútbol y con más dinamita arriba, aunque precisamente está siendo su talón de Aquiles. Genera mucho, pero le cuesta un mundo marcar. De momento, hay tranquilidad porque lo verdaderamente preocupante sería que el equipo fuese plano y no generase ocasiones, pero necesita un plus de acierto para lograr la permanencia.

Si arriba no es contundente, atrás tampoco lo está siendo. Es un aspecto clave en Primera, dominar las dos áreas: ser sólido atrás y efectivo arriba. Y de momento, ni una ni otra. Ahora Míchel y todo el equipo (salvo los internacionales) tienen dos semanas por el parón por las selecciones nacionales para dar con la tecla, mejorar el apartado ofensivo y ganar fortaleza atrás, para castigar más y ser menos castigado y cerrar los agujeros por los que se van los puntos.

En Valencia, el Huesca fue muy superior, pero se vio por debajo en el marcador sin merecerlo por fallón. En Elche, los azulgranas fueron un vendaval y solo la falta de puntería impidió el triunfo. Contra el Valladolid, situación parecida, porque los oscenses tuvieron que sobreponerse a dos tantos pucelanos con muy poco, por falta de fortaleza en la retaguardia. Y ante el Eibar se vivió otro partido de tantos en los que el Huesca mereció sumar más.