El entrenador del Huesca, Míchel Sánchez, puede estar conforme con el rendimiento de la plantilla tras el parón competitivo. Metido de lleno en la lucha por el ascenso directo, el equipo ha retomado el control de los partidos a través de la posesión. Tanto en El Alcoraz como fuera de casa, los azulgranas han dado siempre una imagen sólida e insistente para sacar los partidos adelante. En gran parte, el técnico se lo debe al magnífico estado de forma de sus dos puntas, Shinji Okazaki y Rafa Mir.

Ambos se han repartido los minutos desde el regreso y han distribuido a partes iguales la consecución de los goles, con un doblete del murciano en el Carlos Belmonte para rescatar el empate, abriendo el marcador el japonés ante el Cádiz y Las Palmas, y golpeando el internacional sub-21 español a los ocho primeros minutos en estadio de Riazor. A pesar de llevar disímiles trayectorias esta campaña, los arietes se cruzan ahora pletóricos y dispuestos a tirar del equipo hasta el final del campeonato.

El japonés llegó al Huesca en el mes de agosto, tras no poder rubricar su contrato con el Málaga. Tras un periodo de adaptación algo traumático, en el que vio como el VAR le anulaba hasta ocho tantos, Míchel se ha rendido a su entrega y vocación dentro del campo. Ya sea en combinación, remate acrobático o cabeceando dentro del área, el nipón ha alcanzado la decena de tantos, algunos de ellos de gran importancia como el conseguido en El Alcoraz ante el Real Zaragoza o el que estuvo a punto de darle los tres puntos ante el líder.

Las características

Por otro lado, Rafa Mir ha vivido una montaña rusa de sensaciones este curso. Arrancó la campaña en el Nottingham Forest de la Segunda División inglesa. Tras no contar para el técnico, decidió aterrizar en la capital oscense en el mes de enero para sentirse futbolista de nuevo. Lo hizo a primeras de cambio, con la confianza de Míchel y sus primeros goles con los azulgranas. Esta escalada se quebró con la crisis sanitaria, aunque su tesón y trabajo le han elevado hasta los siete goles en este curso.

El japonés y el murciano, diferentes pero a la vez igual de prácticos, finalizan la tarea que comienzan a tejer Mosquera, Ferreiro y Mikel Rico. El nipón, rocoso e incansable, es el jugador que más dispara a puerta del conjunto a azulgrana con 23 lanzamientos en total. A su vez, su empuje le ha llevado a ser el que más faltas comete con 50. A Míchel no le ha temblado el pulso para ponerlo tanto de inicio como de revulsivo y el asiático siempre ha respondido.

El delantero levantino, en cambio, es un nueve a la antigua usanza. Con 191 centímetros de altura, es un rematador nato, capaz de dar un apoyo al equipo sujetando el balón en los momentos de necesidad. Además, los defensores rivales sufren a la hora de medirse contra él, ya que su potencia es capaz de desarmar retaguardias a su paso.

Intentar adivinar quién de ellos será titular este miércoles ante el Alcorcón sería una temeridad, puesto que ambos han respondido a la llamada del técnico y son parte crucial del crecimiento que quiere llevar al Huesca a Primera.