Poco más de dos años es lo que ha durado el trabajo de Emilio Vega al frente de la dirección deportiva de la Sociedad Deportiva Huesca. Ayer el club oficializó en su página web la rescisión, de mutuo acuerdo, de un contrato que tenía vigencia hasta final de temporada tras comunicarle al leonés que no contaba con sus servicios para la próxima campaña.

«Para mí ha sido un orgullo poder vivir las dos mejores temporadas de la historia del Huesca», declaró Emilio Vega en un vídeo de despedida que el Huesca colgó en su cuenta de Twitter. El leonés agradeció a la afición «la hospitalidad y el respeto» con el que siempre le han tratado y no se quiso olvidar de todos los jugadores y entrenadores -Anquela, Rubi, Leo Franco y Francisco- que han defendido el escudo oscense durante su estancia. Por último, añadió que «Huesca siempre va a tener un hueco en mi corazón».

Emilio Vega llegó al club oscense procedente del Córdoba a finales de febrero del 2017 como el elegido para sustituir a Lalo Arantegui, que se marchó al Real Zaragoza tras el pago de la claúsula. Dentro de su currículum en los despachos le avalaban dos ascensos, uno a Primera División con el Betis y otro a Segunda con el Córdoba. En su primera media temporada en la disciplina oscense, consiguió que el equipo disputase por primera vez en su historia la promoción de ascenso a la máxima categoría del fútbol español en la que el Getafe le apeó del sueño. Sin embargo, ese anhelo no se le iba a escapar al año siguiente.

Y es que Emilio Vega ha sido una de las piezas fundamentales para que el conjunto oscense esté compitiendo en Primera División. Vega confeccionó la plantilla que consiguió el histórico ascenso, pero al ya exdirector deportivo se le achacó una mala planificación de de la primera campaña del Huesca en la élite. Sus apuestas no funcionaron y se vio obligado a hacer un lavado de imagen en el mercado de invierno en busca de un milagro que todavía se está peleando a falta de siete jornadas para acabar el campeonato.

Quizás su decisión más controvertida fue la elección de Leo Franco como entrenador del Huesca sin experiencia previa en los banquillos del máximo nivel, aunque el propio Vega aseguró que «esa incorporación fue una decisión del club». Después, los fichajes tampoco funcionaron. Desde la portería con la cesión de Werner, la llegada de un Rubén Semedo fuera de forma tras su paso por prisión, hasta el fracaso de Serdar Gurler por el cual se le abonaron 3,5 millones de euros al Osmanlispor o la no explosión de Samuele Longo del que se esperaba una mayor relevancia en ataque.

Emilio Vega se vio obligado a reconducir la situación a mitad de temporada para que el equipo mantuviera las opciones de permanencia al acabar la primera vuelta. Trajo a un hombre de su confianza, Francisco, para sentarse en el banquillo. El técnico ha sabido sacar el máximo rendimiento de la plantilla hasta el momento. Decidió comprar en el mercado de invierno al pichichi de Segunda, Enric Gallego, para buscar una mejoría de cara a gol. Finalmente, Emilio Vega observará los resultados finales de su trabajo desde la lejanía.