Volvió el Huesca a casa y ganó. Sin novedad en el noticiero. Sin hacer un partido deslumbrante sino todo lo contrario porque la Ponferradina le dio guerra bajo la batuta de Isi hasta que fue expulsado, el equipo de Míchel sumó tres puntos más en El Alcoraz porque su fondo de armario no tiene fondo. Salió Eugeni de titular y apenas hizo falta algo más. El centrocampista puso esa marcha indie que tanto le distingue, de paciente sastre de hilo fino, para marcar un señor gol y dar la asistencia en el otro, el de Sergio Gómez. Su actuación fue sobresaliente en todos los sentidos y lideró ese batallón de infantería en el que alternan inspiración Juan Carlos, Mikel Rico o Raba cuando está. En esta ocasión le tocó al mediapunta catalán, que abarca mucho más territorio de lo que dice su curículum. No es uno de los habituales del entrenador y sin embargo, si le dan la ocasión se eleva sobre encuentros tan complicados.

?php PintarDirecto(430); ?

Es lo que tiene el Huesca, por el momento y casi en exclusiva ante su afición, un repertorio de llegadores que suple la ausencia de un delantero definitivo que le convendría adquirir en cuanto las puertas del mercado de invierno se abran de par en par. Mientras tanto, el excedente de calidad y de talento de los futbolistas de tres cuartos le permite seguir en la azotea de la clasificación y ganar a una Ponferradina que mantuvo el tipo y la ambición hasta la doble amarilla a Isi, su guía espiritual. El conjunto de Bolo tuvo mucho y bien la pelota, administrada con criterio y transiciones largas, pacientes, no exentas de mucho peligro también presentándose por sorpresa.

La Ponferradina, que venía de una racha de siete partidos sin perder, dio la talla, pero se encontró con el regreso de Pulido al eje central después de cumplir su sanción y eso le supuso un serio problema. Exento de fluidez y precisión, con Galán y Miguelón con los carriles clausurados, el Huesca vio bajar de la colina a Eugeni con las musas de su brazo. Con casaca de almirante, exclamó "¡Veni, vidi, vici!".