Viene el Huesca arrastrando una pesada carga. No es fácil para nadie, tampoco para un colectivo como un equipo de fútbol, cargar con la responsabilidad de saber que el tiempo se agota y que una jornada más acudes al trabajo jugándotelo todo. Esa etiqueta de final, que es tan fácil poner a cada partido de este grupo, vuelve a pegarse en la sien de un Huesca que aún alberga el sueño de permanencia. Ganar o ganar al Valladolid (21.00 horas, BeIn LaLiga) y confirmar la plusvalía del empate de Anoeta es la única situación posible si se quieren apurar estas opciones y no caer definitivamente a un infierno cuyo suelo es la Segunda.

La cantinela de duelo a vida o muerte, del ahora o nunca, suena como la canción del verano más rumbera, machacando semana a semana la vida de un Huesca que ya va quemando etapas en su progresión hacia la esperanza. Lograr la victoria ante el Betis, rompiendo el maleficio que se arrastraba en el Alcoraz, quebrar la racha como forastero y mantener su portería a cero por primera vez en todo el curso, como ocurrió el pasado domingo en San Sebastián, y completar el ciclo de entradas y salidas en el vestuario son logros completados en los deberes del equipo y del club a los que agarrarse. El partido de esta noche se afronta como quizá el último tren camino de Primera.

No solo estos síntomas. En Anoeta, el Huesca escenificó un partido sólido, sobrio, quizá el de mayor rentabilidad defensiva, sin errores, de toda la temporada. Hallado un cancerbero que para (Santamaría), resguardados en una línea de cinco centrales, con un Insua mejorando en forma, Francisco encontró una solución a esa sangría de goles encajados por las que ha ido perdiendo ritmo cardiaco y competitivo. Esta base liquidó las dudas ofrecidas en las dos malas segundas partes, en Leganés y ante el Atlético, que hacían presagiar que el equipo estaba perdiendo la fe.

Las áreas / La inclusión de Javi Galán, fichado esta semana del Córdoba y que podría debutar como titular, hace que crezcan las posibilidades, se encuentre profundidad desde los carrileros por ambas bandas y no se necesiten parches como Akapo, que ha cumplido de forma notable, o Jorge Pulido.

Ahora falta remediar el otro mal, el del otro lado. Lleva el Huesca tres partidos sin hacer gol. El último fue aquel cantado por toda la provincia de Rivera que sirvió para derribar al Betis (2-1) y volver a celebrar una victoria. La incorporación de Enric Gallego ha dado otra sensación arriba, más presencia y lucha, pero sus compañeros todavía no han encontrado el remate certero del pichichi del Extremadura.

Sacar este tesoro del desierto de acierto es indispensable hoy y en un futuro más halagüeño. La ascensión del Rayo, que asoma fuera del peligro cuando hace nada era compañero de penurias, da una señal de por dónde hay que trazar la recuperación en un horizonte donde hay cuatro partidos asumibles (Valladolid, Girona, Athletic y Espanyol).

El Valladolid llega a Huesca con dudas. El equipo pucelano arrancó por otoño una racha de cuatro triunfos que le sirvió para florecer entre los puestos de Europa. Con una filosofía cercana a la oscense, manteniendo el bloque del ascenso, el cuadro de Sergio González ha ido perdiendo empuje y se ha ido acercando de forma peligrosa a la franja del descenso, de la que se distancia solo por cuatro puntos (es decimotercero con 25).

Una reciente victoria ante el Celta (2-1) fracturó la caída que estaba experimentando el Valladolid, que acumulaba cinco jornadas sin ganar. La carencia goleadora, porque hoy se enfrentan los dos equipos menos realizadores de Primera, ha lastrado a un grupo que cuenta con Óscar Plano y al turco Enes Ünal a sus mayores peligros (tres tantos cada uno de ellos).

Para paliar este déficit ha llegado esta semana Sergi Guardiola, que se espera debute en el once. Sergio González no podrá contar con las bajas de Míchel Herrero, que vio su quinta amarilla ante el Celta, y Luismi, que sigue recuperándose de su lesión. Por otra parte Enes Ünal y Duje Cop son duda.