El oficio, ese tópico que sirve en el fútbol para explicar la victoria del callo, la dictadura de la experiencia sobre el novato, anuló ayer las aspiraciones de un Huesca frenado en sus ganas de atrapar el vagón de la salvación. Un Athletic con hechuras de gudari que peina canas se bastó de un gol de penalti para sacar una victoria de oro de un Alcoraz que se relamía ante el cambio de cara que había orientado en los últimos tres partidos. Se cierra de forma dolorosa una racha que no debe quedar en el olvido, que resucita viejos fantasmas de ineficacia (doce remates sin gol), pero que mejora la situación horrorosa de diciembre. Recuerden, el equipo de Francisco continúa a seis puntos de la permanencia, no a once, aunque es verdad que seguir perdiendo partidos en casa no es la senda más recta para lograr objetivos de esperanza.

La gracia de otras noches fue su condena. Acumular defensas atrás había permitido al Huesca mostrarse imbatido en los últimos tres partidos, ganar en confianza y proyectarse agresivo en ataque. Sin embargo, ayer, esa acumulación en la retaguardia permitió a un Athletic mucho más físico controlar el centro del campo hasta con seis efectivos y dominar el peligro que se presagiaba en Enric Gallego.

LA CLAVE

El regalo del penalti, materializado por Raúl García y cometido por Diéguez, sustituto de Pablo Insua, cortó la salida valiente del Huesca, que sólo al final, con la acumulación de cambios y el paso atrás del adversario, buscó un empate que tuvo en dos ocasiones de David Ferreiro.

El Athletic supo resguardar su renta durante 75 minutos en los que el fútbol lució por incomparecencia. Pese a un inicio al ataque, con un Chimy Ávila chisposo recuperando la titularidad y un gol anulado a Enric Gallego por fuera de juego, el Huesca se enfangó en la crítica arbitral en vez de mirarse desfigurado al espejo. Metido en los lodos de culpabilizar a otro, no avanzó por los caminos que debía transitar para corregir su dolencia inicial. El ambiente caldeado, en un Alcoraz más animado que en otras noches, se afinó en el silbido por las reacciones amarillas de Sánchez Martínez, colegiado de esos a los que no les arruga el ruido en el tímpano.

El Athletic había estudiado las causas de la reacción azulgrana y neutralizó tras unos primeros minutos de apretón local el factor Enric Gallego, clave en la reforma de esta versión ganadora. Lejos del área, el catalán estuvo parapetado siempre entre los corpachones vascos de Yeray y el internacional Íñigo Martínez, encimado cuando recibía, magullado en el choque. Neutralizado, la superioridad del Athletic en el centro del campo y la cesión voluntaria de la pelota afianzó la verticalidad en el esquema de Francisco (60% del balón para el Athletic en la primera parte). Pero sin el referente de su gigante, para pincharla del cielo y bajarla o peinar a continuaciones, la identidad del Huesca se diluyó.

Tuvo dos ocasiones Iñaki Williams para sentenciar. Una antes del descanso y otra, en un uno a uno, ya en la segunda, que Santamaría mandó fuera esgrimiendo el arte de la colocación. Con el partido controlado, los vascos fueron resguardándose frente a Herrerín, también seguro bajo sus palos, y cediendo metros conscientemente. La llegada de los cambios por parte de Francisco, introduciendo a Juanpi Añor por su compatriota Yángel y quitando a un central para compensar el desequilibrio de la medular, tuvieron como efecto la recuperación de la pelota y la posesión, y la salida por bandas. Con más rabia que combinación y con un Ferreiro eléctrico, el Huesca se acercó sin rentabilidad al área del Athletic, acostado en su ventaja en busca de pescar alguna contra que sentenciara esos tres puntos para mirar a la zona tranquila.

Un recorte en el área del extremo no fue materializado en gol por el tiro diáfano al cuerpo de Herrerín (min. 76). El último cuarto de hora fue una acumulación de efectivos, ya con el Cucho en el campo, en busca de un empate que al menos despejase el mal sabor de boca de la derrota. Hasta ocho remates, otro de Ferreiro con peligro más otro ajustado de Rivera pero sin mordiente, contabilizó la esperanzada grada del Alcoraz.

Esta nueva derrota en casa paraliza la buena marcha en recuperación del Huesca que le había hecho soñar, quizá demasiado pronto, en una remontada fulgurante. Este resultado no debe obviar el trabajo hecho hasta el momento y que ayer se volvió a competir, aunque se pecó de desacierto y de desequilibrio en el centro del campo. Queda Liga. Y esperanza.

Huesca: Santamaría; Miramón, Etxeita, Pulido, Diéguez (Ferreiro, min.69), Galán; Rivera, Moi Gómez, Yangel Herrera (Juanpi, min.57); Chimy Avila (Cucho Hernández, min.72) y Enric Gallego.

Athletic: Herrerín; Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; San José, Beñat; Susaeta (Ibai, min.68), Raúl García (Kodro, min.85), Muniain (Córdoba, min.74); y Williams.

Goles: 0-1, min.19, Raúl García, de penalti.

Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Yangel Herrera, Enric Gallego, Diéguez, Moi Gómez y Miramón y al visitante Capa.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 24 de Liga disputado en el estadio de El Alcoraz de Huesca ante 6.729 espectadores.