En esta Segunda División tan loca (todavía más, aunque parecía difícil) tras el parón y el confinamiento se celebran tanto los éxitos propios como los errores ajenos. Así, en pocas horas se puede pasar de la nada al todo y viceversa. En el caso del Huesca, de celebrar la derrota del Almería a la tristeza por perder ante el Deportivo y recuperar cierta alegría con el tropiezo del Real Zaragoza. Sea como fuere, los azulgranas podrían haber caído al tercer lugar, pero se mantienen en el segundo puesto a falta de solo cuatro partidos. No hay ni que recordar la vitalidad del encuentro contra el Alcorcón de este miércoles (21.45 horas, Movistar LaLiga) en El Alcoraz. Un choque decisivo.

El duelo ante los alfareros, aunque se repita aquello de que no hay rival pequeño y que cada enemigo te puede pintar la cara en una categoría como la de plata, es casi con toda seguridad el más complicado que le queda a los azulgranas. Además de estar a las puertas de la promoción de ascenso y de ser uno de los conjuntos más en forma de Segunda, los madrileños siguen adelante con su extraordinario y particular hito: continúa sin perder fuera de casa. A cambio, el Huesca se aferra a su fortaleza como local. El mejor anfitrión contra el mejor invitado. Saltarán chispas.

Los oscenses, a pesar del zarpazo a base de golazos recibido en Riazor, han visto cómo, en cuestión de días, se han metido muy de lleno en la pomada. Ha comprado muchos boletos para subir de forma directa a Primera a base de triunfos y de golpes morales. La victoria al final en Zaragoza les insufló energía y fue refrendada ante Las Palmas.

Por ello, ganarle al Alcorcón, ser el primer equipo en batir a los alfareros en casa, algo que ni Cádiz, ni Almería, ni Real Zaragoza ni nadie ha logrado, sería otro subidón moral y metería presión a sus inmediatos perseguidores. Serían más que tres puntos, un golpe maestro. En cambio, empatar o perder ni qué decir tiene que volvería a darle una oportunidad al Real Zaragoza y el Almería. Con tan pocos puntos en juego, al Huesca le conviene depender de sí mismo.

A ello se agarra el técnico azulgrana. Míchel es muy consciente de lo que se juega el equipo, que la cabeza da vueltas y que la lógica presión puede afectar a todos: «Es una situación muy bonita que todos queríamos vivir a principio de temporada. Ahora vemos que lo podemos hacer, tenemos la sartén por el mango y dependemos de nosotros. Estamos en disposición de un sueño tan bonito que nada nos va a distraer», aseguró.

Además, el preparador madrileño, de nuevo, insistió en que «debemos fijarnos en nosotros mismos y tener la ilusión y ambición de ser reconocibles, teniendo la posesión», resaltó tras advertir que «el Alcorcón hace muchas cosas bien y está ahí por méritos propios», que también «gestiona bien todos los momentos del juego» y, por ello, «es un equipo complicado».

En el plano deportivo, se prevé que Míchel, como es habitual, haga rotaciones. Tendrá las bajas de Doukouré; Insua, con molestias, y de Dani Raba, que tiene complicado jugar salvo que haya un hipotético playoff. Por lo demás, los cuatro laterales tienen opciones de jugar, Juan Carlos y Eugeni se pelean por el puesto de Cristo y arriba, para contrarrestar al Alcorcón, Míchel podría juntar de nuevo a Rafa Mir y Okazaki u optar por un extremo más puro.