El Huesca mira al cielo con una sonrisa en el rostro y la mirada encendida. El equipo azulgrana acabó con un Alcorcón que besó la lona por primera vez fuera de casa. No fue mejor el Huesca que su rival en la primera parte y, sin embargo, se retiró con ventaja en el marcador merced a su eficacia ofensiva. Dos veces llegaron los de Míchel a las inmediaciones de Dani Jiménez y en ambas ocasiones consiguió marcar. El Alcorcón, con tres centrales y un plan que consistía en incomodar al Huesca y destruir cualquier conexión interior, pagó caro sus desajustes en un par de centros laterales que el Huesca aprovechó.

Los alfareros salieron mandones. A los ocho minutos ya habían marcado, aunque el tanto de Arribas fue invalidado por un claro fuera de juego de Ernesto al recoger un rechace de Álvaro a disparo de Boateng. Pero el aviso dejó claro al Huesca que lo iba a pasar mal. Perea remató alto una dejada de Pomares en otra llegada con peligro de los visitantes, que, sin embargo, veían cómo, poco después, el Huesca hacía diana antes de merecerlo. Cristo aprovechaba a la perfección una dejada de Pulido tras una falta para encauzar el choque y quitar un peso de encima a los aragoneses.

Pero el Alcorcón tenía un plan y el tanto en contra no iba a variar un ápice el contenido del manual. Tras otra advertencia de Perea, el empate llegaría con fortuna merced a un remate de Mula que se topó con el cuerpo de Sá para despistar a Álvaro.

El Alcorcón se sentía seguro ante un Huesca al que se le atragantaban los tres centrales dispuestos por el técnico alfarero. Ante la espesura de Mosquera, Cristo era el azulgrana más dinámico pero el balón casi nunca llegaba a los costados.El Alcorcón, con Boateng al mando, parecía tener el partido donde quería.

Pero el Huesca posee algo por lo que muchos venderían su alma al diablo: veneno. Y dos delanteros de lujo. Ayer tampoco jugaron juntos, pero no hizo falta. Porque Okazaki, un samurai implacable, no necesita mucho para aniquilar a su oponente. Basta un centro decente, como el que le puso en la cabeza Mikel Rico en el descuento del primer tiempo, para hacer sangre. Ahí murió el invicto Alcorcón visitante.

Porque la segunda parte fue azulgrana. Míchel movió bien sus piezas, oxigenó la medular y refrescó el ataque ante un Alcorcón que no creaba peligro. De hecho, apenas aparecía por la línea de tres cuartos de un Huesca cada vez más cómodo.

Fernández cambió el dibujo y recurrió primero a Stoichkov y luego a Sandaza, pero era el Huesca el que mandaba. Ferreiro y Rafa Mir, que ya había relevado a Okazaki, se acercaron a la sentencia, pero el corazón azulgrana se encogió cuando, en la única llegada del Alcorcón, Fran Sandaza superaba a Álvaro con un certero disparo. Sin embargo, el árbitro primero y el VAR después invalidaron el tanto por mano del delantero al controlar el balón.

Nada pasó hasta el final.De eso se trataba. El Huesca, al que el árbitro anuló el 3-1 por supuesta falta de Mir al empujar un rechace de Dani Jiménez, derrochó poderío en los balones largos que el Alcorcón utilizó como último recurso. La gloria está más cerca.