El Huesca cuenta con muchas simpatías porque se las ha ganado y las merece. El ascenso a la élite por primera vez en su historia fue celebrado y loado con justicia. También ese arranque de temporada inesperado y bonito con victoria en Eibar y empate en San Mamés... Cuatro jornadas después, una derrota tras otra, combiene enraizar los pies en la tierra, de donde nunca ha despegado el club en esta aventura que se prevía muy complicada: no se puede interponer el cariño y la aceptación de la realidad frente un panorama que exige reflexión si es que el objetivo es conseguir la permanencia y no disfrutar de unas vacaciones por Primera División.

En el Wanda Metropolitano, el Atlético se lo llevó por delante en media hora, demasiado rápido y sin dificultad alguna para un fórmula 1 que corrió solo por su circuito, sin el más mínimo obstáculo. Los rojiblancos aceleraron hasta irse al 3-0 y frenaron en la segunda mitad a la espera de futuros compromisos en su agenda. ¿No es su Liga? Es verdad, aunque es en la que ha ingresado y la que debe defender con argumentos, de mucho mayor calado que los exhibidos en un encuentro por el que pasó como una sombra. La cuestión no es perder contra adversarios casi inalcanzables, sino la forma de hacerlo, y en Madrid el conjunto altoaragonés dejó pésimas sensaciones. Una de ellas, no saber qué hacer.

Leo Franco ha probado a salir de cara y a protegerse. El Huesca tiene una genética ofensiva con futbolistas de espíritu aventurero como Melero, Gallar, Chimy, Cucho, Longo, Gürler, Moi Gómez y hasta Ferreiro. Esa es la base del pastel y quizás su penitencia en una categoría que pide un gran rigor defensivo y defensas de corteza contundente, que no los tiene. A medio camino entre ir hacia arriba o ser más prudente, le han sacudido fuera y en El Alcoraz. Ya no solo concede ocasiones con gentileza, sino que además no ve puerta. Esa indefinición o falta de personalidad, sin un sello claro que defina su estilo, es uno de los enormes retos que tendrá que afrontar en el futuro. Cuestión de un técnico un poco sobrepasado y de la plantilla, a la que se le nota algo falta de vigor competitivo en su arquitectura.

El calendario afloja las tuercas. Girona, Valladolid y Espanyol serán sus próximos contrincantes. Ahora mismo es mejor no engañarse: cualquiera de ellos está más hecho que el Huesca, que deberá reinventarse con lo que tiene para conseguir primero un armazón y un carácter más serios y después ganar partidos. Si sigue sobre esta delgada línea, la pesadilla se le puede hacer insoportable.