Venció el que quiso ganar, aunque las formas, otra vez, fueron crueles para el Huesca. Los azulgranas registraron una de las peores versiones fuera de casa, como ya es costumbre, cuajaron un encuentro con nula producción ofensiva, siempre a la zaga del Girona, y a un minuto del final, en el descuento, como pasara en Elche y Oviedo, hubo tortazo. Merecido en todo caso.

No hay peor cuña que la de la propia madera y Samu Sáiz, ese futbolista que tantas veces enamoró a El Alcoraz, fue el verdugo en el añadido en un balón colgado que se comió Álvaro Fernández, que suma dos errores de bulto en los dos últimos choques. El mediapunta madrileño cazó el esférico, encontró el hueco y dejó a los oscenses con un palmo de narices. Sin botín, sin recortarle al Almería y sin mejorar lo más mínimo a domicilio, un mal que está pasando de ser de preocupante a crónico y sin cura. El aviso de la Ponferradina no fue un acicate para los de Míchel.

Si en El Toralín al menos hubo fases de gobierno de balón, en Montilivi ni eso. En ningún momento el Huesca se sintió cómodo, como si le atenazara la responsabilidad. Apenas pisó el área contraria, estuvo espeso en cada elección, lento de cabeza, con falta de apoyos e ideas y sufrió mucho con la alta presión del Girona, que propició a lo largo de todo el partido varias pérdidas en zonas muy peligrosas. Y en el área contraria, Riesgo ni rompió a sudar. Solo hubo un tiro peligroso de Rafa Mir en la segunda mitad escorado, lo único salvable en ataque de todo el partido.

El Girona tampoco fue un abanderado del juego ofensivo, pero sí que lo intentó con más ímpetu. Tras un comienzo trabado y con demasiadas interrupciones, Maffeo lanzó un zurdazo centrado y flojo. Poco después, una pérdida de Pulido acabó en los pies de Aday, pero su chut apenas le hizo cosquillas a Álvaro. Así hasta la mejor del encuentro más allá del gol, que tuvo a Stuani como protagonista. El charrúa, completamente libre de marca en un córner, remató de cabeza rozando el larguero.

Tras el paso por los vestuarios, más de lo mismo. El centro del campo no aparecía, el Girona se encontraba cómodo presionando y el Huesca no averiguó la forma de sacudirse la incomodidad generada por los catalanes. Trató Míchel de darle mordiente al asunto juntando a Rafa Mir y Okazaki, pero no fueron nutridos de balones más allá del tiro cruzado del murciano.

Por si la empresa ya atufaba a bancarrota, Rafa Mir cometió una chiquillada impropia de su categoría y se autoexpulsó al propinarle un codazo en la cara a Granell en un saque de esquina. Si por juego el Huesca firmaba el empate, con uno menos se reafirmó ese objetivo prioritario para no salir escaldado.

Los altoaragoneses pusieron la muralla, trataron de achicar las acometidas locales con orden y líneas juntas y lo consiguieron gracias a un buen trabajo defensivo de la retaguardia, que sacó cada uno de los balones peligrosos. El Girona, con un Samu Sáiz cada vez más entonado y con ganas de marcha, fue arrinconando al Huesca y probó con un tiro del propio madrileño y una internada de Maffeo, pero a un minuto del final, con el encuentro agonizando, Álvaro falló en su salida en un balón colgado y Samu Sáiz ejecutó. Cinco puntos perdidos en un mes en el descuento dejan de ser casualidad.

Ficha técnica:

1- Girona: Riesgo, Maffeo, Alcalá, Juanpe, Brian Oliván, Gumbau (Christian Rivera, m.86), Granell, Aday Benítez (Álex Gallar, m.87), Borja García (Samu Sáiz, m.68), Brandon Thomas y Stuani.

0- Huesca: Álvaro Fernández, Pedro López, Insua, Pulido, Luisinho (Javi Galán, m.58), Mosquera, Mikel Rico, Eugeni (Sergio Gómez, m.77), Ferreiro, Dani Raba (Okazaki, m.54) y Rafa Mir.

Gol: 1-0, m.94: Samu Sáiz.

Árbitro: Milla Alvendiz (Comité Andaluz). Expulsó con roja directa a Rafa Mir y amonestó a los locales Juanpe, Gumbau, Brian Oliván y Samu Sáiz y a los visitantes Luisinho, Insua y Pulido.