Poco queda de aquel Huesca que maravilló en la pasada campaña y que subió a Primera División con solvencia y tras una campaña de ensueño. Lógico por otra parte por el gran salto entre la categoría de plata y la élite del fútbol español. El aumento del nivel le ha sentado mal al equipo altoaragonés en líneas generales y, a nivel particular, también a varios jugadores. El curso se le está haciendo muy duro al cuadro altoaragonés. Está pagando la inexperiencia y la salvación está muy cuesta arriba.

A muchos de los jugadores que subieron con el Huesca también se les está haciendo complicado el salto y el equipo les necesita a su mejor nivel. Ferreiro dio un paso al frente con Francisco y es indiscutible, Melero tiene calidad de sobra aunque su campaña está siendo lastrada por una pubalgia y Moi Gómez, a pesar de su juventud, saca a relucir su clase y experiencia en Primera. Pero a Cucho le está costando.

El delantero colombiano se destapó el curso pasado como una de las grandes sensaciones del fútbol español. Fue el estilete ofensivo del Huesca a pesar de llegar al equipo azulgrana de puntillas. Era un ariete desconocido, con cierto aire recatado y discreto, pero con una valentía y un desparpajo sobre el césped que pronto encandilaron a El Alcoraz.

Se hizo uno de los héroes de la afición, anotó 16 goles (tres de ellos de penalti), fue clave en el ascenso también gracias a sus 6 asistencias y la afición oscense pidió a gritos que el club hiciera un esfuerzo por renovar su cesión del Watford. Su incidencia en el juego fue tal que siempre que Cucho marcó, el Huesca ganó salvo en el duelo ante la Cultural Leonesa que finalizó con derrota por 3-2. El resto, todo triunfos.

MENOS REMATES

Sin embargo, le está costando acercarse a su mejor nivel en una Liga tan exigente como es la Primera División. Está en un largo letargo del que quiere despertar cuanto antes, pero del que no es fácil espabilar. Sigue siendo un jugador joven y con proyección, lo cual le excusa en parte, pero está obligado a dar un paso al frente si no quiere ser adelantado por Enric Gallego.

Este curso lleva tan solo tres goles. Anotó en el Camp Nou su único gol en jugada y ante el Villarreal y el Valencia anotó desde el punto de penalti. Un bagaje demasiado pobre. Además de su juventud tampoco ayuda el potencial ofensivo del Huesca, un equipo con grandes problemas para perforar la portería contraria, tanto que el equipo de Primera menos goleador con 17 goles.

De eso se quejó precisamente el cafetero tras la derrota ante el Leganés preguntado por su falta de anotación: «A veces da impotencia que no lleguen pelotas pero yo lo sigo intentando, corro y lucho. El día que me quede una clara seguramente la meteré», comentó antes de añadir que «más que falta de gol, hay que ver que nos llega muy poco la pelota. Solo vemos la parte del delantero que no hace goles, pero no que no se producen».

Contra el Atlético de Madrid tuvo una ocasión de oro para resarcirse y callar a sus detractores, pero falló un claro mano a mano con Oblak. Seguramente la iba a meter, pero no lo hizo y el Huesca, que volvió a perdonar más de lo debido, acabó superado por los colchoneros.

Cierto es que tira menos que en Segunda, como era de esperar, pero también tiene el punto de mira más desviado. Ha pasado de hace 109 remates en 35 partidos (3,1 de media por duelo) a 46 en 20 (2,3 de media). De esos 46, solamente 17 han sido a portería. Chuta menos, pero no termina de afinar el punto de mira a pesar de que aporta en otras facetas del juego y el Huesca se resiente y le necesita.