Una nueva esperanza es como se retituló la primera película, luego cuarta, de la saga de Star Wars. No sabemos muy bien cómo le sentará el pelaje de Chewbacca a Enric Gallego o si Yangel Herrera sabe pilotar el Halcón Milenario. Lo que sí está más claro que la armadura de un soldado imperial es que el delantero barcelonés y el medio venezolano insuflan una ráfaga de aire fresco e ilusión a un Alcoraz resistente, dispuesto a seguir luchando por la permanencia en esta Guerra de las Estrellas que es LaLiga, aunque la misión sea casi igual de complicada como destruir la Estrella de la Muerte. Este paseo galáctico tendrá hoy uno de sus capítulos más esperados con el estreno del Atlético (18.30, BeIN LaLiga).

El ‘pichichi’ de Segunda y un prometedor canterano vinotinto del City de Guardiola han sido la respuesta por parte de la dirección técnica del reclamo y necesidad de fichajes. Llegaron esta semana casi sin tiempo para acoplarse ni para entrenar, pero nadie espera que esta tarde fría (se predice lluvia y tres grados) no debuten. Se anuncian más ‘nuevos’, aunque la recepción de Gallego y Herrera ya supone un cambio de caras y frescura ansiado desde hace semanas para corregir las taras de fábrica que tiene la plantilla del colista de Primera.

Las reformas humanas en el vestuario provocan la incógnita en cuanto a sacrificados y dibujo del sistema. La inclusión del exariete del Extremadura, que es un fichaje de largo recorrido con tres años firmados y 32 en su DNI, nos atrevemos a decir que es más urgente por la carencia de apetito goleador que han mostrado los puntas del Huesca. Sus botas calientes y su envergadura deben paliar la inoperancia que, por unas razones u otras, describe al ataque del Huesca, y dotar de menos presión y otras faenas a un Cucho desencadenado.

A DIEZ PUNTOS

La decepción de Leganés supuso que el equipo perdiera una oportunidad de reengancharse a la Liga mientras ha visto que se agranda el foso que le separa de la salvación (diez puntos). Esta apertura es contraria al tiempo que le resta al Huesca para reaccionar y hacer una segunda vuelta a ritmo de clasificación europea ya es una obligación (necesita ganar al menos uno de cada dos partidos). No parece el Atlético, candidato a todo, salvo a la Copa de la que le eliminó el martes el Girona, un buen inicio para nada, pero al Huesca, vista su precariedad, no le queda alternativa. Romper la racha en casa, como en el último y primer triunfo local ante el Betis, supondría otra inyección de autoestima para la vapuleada psicología de un grupo estimulado por las novedades.

El retorno al once de Etxeita, esencial en la zaga, será otro fichaje para el Huesca, así como la sensación, aunque se siga rebuscando en el mercado, de que al final hay un portero que para. Y ese es Roberto Santamaría, por cuarta vez titular. La incógnita llega en el centro, donde Musto empieza a tener un club de críticos y, de cara a arriesgar, quizá sea mejor apostar por Rivera y Moi en la medular. Gallar, en ascenso físico, y Herrera buscan el hueco vacante por un Melero con molestias en un esquema donde Ferreiro es capitán general.

El Atlético sigue sonando a cholismo, religión del cerocerismo, defensa como mandamiento (la mejor con 13 goles encajados) y oración machacante del partido a partido. El reflejo de la primera vuelta ensucia la cara del Huesca.

LAS AUSENCIAS

En el Wanda, con Leo Franco, se completó (3-0) una de las actuaciones más pobres, subrayada en el discurso cuando se citan los dos únicos partidos donde no se compitió. Habrá que sacarse esa espina ante un rival que tampoco es tan fiero como forastero (dos victorias) como lo pinta su historia, caché y clasificación (segundo a cinco puntos del líder Barcelona). La expedición colchonera viajó ayer en avión, abriendo el aeropuerto Huesca-Pirineos y armando el revuelo en el hotel Abba. Savic, Vitolo, Diego Costa, Saúl y Filipe son bajas.

No conviene olvidar que, más allá de las urgencias del Huesca, esta noche se comprobará el valor histórico de esta temporada con la visita de uno de los clubs con más solera. El Atlético recordará, aunque no pensamos que nadie lo haya olvidado, la grandeza del ascenso, la oportunidad de una campaña única y el disfrute que para la ciudad de Huesca supone esta experiencia. Porque Griezmann, Oblak, Koke o Godín no vienen todos los días.