Desde La Barqueta, ese símbolo de la Sevilla moderna, de arquitecto oscense, se llega pronto a la bohemia de la Alameda de Hércules tras, obligado, callejear por La Macarena. Bajen para subir a las Setas, crucen la Campana, Sierpes, lleguen al Guadalquivir. Huelan el albero de la Maestranza frente a Triana, su Calle Betis, su cachondeo y su puente. Pronto llega la Torre del Oro y la estrechez de corneta y capirotes que circunda la Giralda y el Alcázar. De ahí, por la Tabacalera, ya no hay ná hasta la Plaza de España. Allí busquen el mosaico dedicado a Huesca, una cadiera de porcelanas que narra la creación del monasterio de San Juan de la Peña y en los costados ilustran la muralla y la iglesia de San Miguel.

Pasear por Sevilla es una maravilla, despierta el alma. Perderse, sin más. Apúntenlo cuando salgamos desbocados de esta. Como quiere hacer el Huesca, darse un paseíllo de gloria hacia la remontada que necesita. Pasando por Nervión, por el Sánchez Pizjuán.

Confirmado que el plan de Pacheta es competidor, que aguanta el pulso con cualquiera, el Huesca afronta este partido con las mismas necesidades que lo lleva haciendo desde que fue cayendo en el pozo de la clasificación. La revolución propuesta por el nuevo entrenador ha dado otros ánimos, reafirmados con el empate en Villarreal, la victoria ante el Valladolid y la caída con orgullo ante el Madrid. El siguiente paso sería abrazar un triunfo de éxito, inesperado, de esos que remiendan derrotas pasadas y dar un bocado al trecho cedido. Este encaja perfectamente en la definición. Pocos apostarán por que el último sacuda al cuarto, ese que roza la final de Copa tras convencer hace horas ante el Barça (2-0) y ahora piensa en su duelo de Champions de este miércoles. La trampa perfecta.

La opción de Vavro

A cuatro puntos de la salvación. Demasiados. Se ha estado a más, a seis. Hay que estar a menos, por encima, y en el horizonte se visualiza un calendario donde el Huesca se jugará la vida con la visita al Eibar, rival directo por la permanencia, y acogiendo en El Alcoraz dos pugnas más mortales (Granada y Celta). Esta mirada al futuro no debe desdeñar la idea de conseguir algo grande en Sevilla, aprovechando la buena dinámica alcanzada en las últimas jornadas, donde el modelo de cinco defensas, sin ser perfecto, ha reducido las taras que venía presentando el grupo antes de la destitución de Míchel.

Agarrado a este dibujo táctico, el Huesca querrá asaltar Nervión, campo donde sucumbió hace dos temporadas (2-1) y rival con el que perdió en la ida por un despiste final (0-1). Mostrar esa fortaleza atrás y conseguir enhebrar con rapidez oportunidades desde la presión elevada o la conducción vertical aprovechando el estado de Mir y la sorpresa de la segunda línea.

El esperado retorno de Sandro tendrá que esperar. No se quiere correr y lo duro está al caer. También hay cautela con Mosquera, en fase de readaptación, y será la tercera baja sumando a Luisinho.

La posible entrada de Vavro es la sorpresa que se puede guardar Pacheta en la manga. La inclusión del central eslovaco y su prologada escultura de 190 centímetros permitiría paliar las deficiencias aéreas que siguen amordazando al Huesca a balón parado o en jugadas de centro. El primer gol de Varane fue retrato de esa resta, pero en el museo de este año pueden encontrar otros similares.

Una victoria no solo cimentaría el renacimiento percibido con Pacheta, sino que sería un acicate en una jornada con un enfrentamiento directo entre el Eibar y el Valladolid. El Huesca es, en las últimas cinco semanas, el mejor de los últimos cuatro y ganar en Sevilla o sacar algo productivo, sería un refrendo moral para esta mejora. Aunque lo que quiere el equipo azulgrana es ganar.

Al Sevilla le viene este partido en mitad de dos compromisos cruciales. Del primero, la ida de las semifinales de la Copa, salió perfecto, festejando (2-0). El miércoles le espera el Borussia Dortmund de la sensación Erling Haaland en los octavos de Champions. Habrá previsibles rotaciones añadidas a importantes bajas (los dos laterales titulares, Jesús Navas y Acuña, y Ocampos), pero no relajación. «Me atrevo a decir que este es el partido más complejo que hemos tenido esta temporada, marcado por de dónde venimos y a dónde vamos y sobre todo por el Huesca», avisó Julen Lopetegui.

El Sevilla está a un nivel sensacional. Cuatro victorias seguidas en la Liga, donde solo ha perdido dos partidos en casa. Bono lleva 618 minutos sin encajar un gol y En Nesyri (13 tantos) compite con Luis Suárez o Messi por el pichichi. Sólidos y equilibrados, peligrosísimos, dificilísimo. Y por ello, mejor sabría la sorpresa.