En una noche gélida, de cinco bajo cero, se consumó el incendio. No hay más. Hasta aquí se ha llegado. Da pena, mucha, porque merecía otra suerte. Pero es la ley del deporte. La que dice que es difícil ser entrenador en Primera ganando un partido de 18. Y repitiendo constantes mortales. La nueva derrota de siempre, el enésimo fallo en una marca, el desperdicio de las mínimas ocasiones creadas y la esterilidad de la reacción. Pese a las ganas de los jugadores, su profesionalidad y su defensa de su míster, un hombre bueno, quizá hasta demasiado, ese que les ha llevado a muchos a esa Primera, el Huesca cayó de nuevo, se descompone a seis puntos de la salvación y sentencia a Míchel.

Era la última oportunidad. Se sabía y lo sabían. No hubo ni una señal de deslealtad entre los 16 que salieron. Les honra a ellos y a Míchel. Hasta los cambios fueron lógicos. Se recuperó algo del ímpetu mostrado semanas atrás. Se arriesgó más en el sistema. Ni con esas. No se generaron acciones de peligro real ni con ese impulso de ganas. Y sí se repitió ese error defensivo que les mata. Y a Míchel. Tendrá que actuar el club hallando a su sustituto, seguramente sea Asier Garitano, y a varios jugadores para enmendar la remontada por media Liga por jugar.

Sí. Es verdad que el Huesca empezó con otro aire. Ese necesario cuando algo importante está en juego. Y la cabeza de tu entrenador o descolgarse demasiado en el pozo son dos buenos motivos para correr. Míchel rescató a Sandro en punta, el sistema valiente de dos delanteros y con ellos la insistencia en la presión. Se quería llegar al área. Se veían los carrerones de Mikel Rico y las incorporaciones de Pedro López. Infructuosas. Chispazos sin mecha. Fueron diez minutos. Quizá algo más.

Asier Garitano

Hasta que el susto se le metió en el cuerpo al Huesca en el minuto 18. Canales, un factor diferencial en esta Liga, bota una falta que, en la barrera, impacta en el codo de Sandro. El árbitro pita instintivamente penalti ante la insistencia del canario de que tenía el brazo pegado al cuerpo. Era verdad y el VAR fue justo.

Pero ya estaba allí el Betis, en ese tercio final, tocándola en el área, con Ruibal, Fekir, Lainez y, sobre todo, Canales zurciendo fútbol y miedo al Huesca. Y sabiendo por donde hacer daño. Por el lateral derecho. Un intento de Pedro López de regatear a Ruibal le salió mal y permitió una contra como las de Vigo. Suerte de que, cuando Loren apuntaba a gol, Siovas se tiró con todo al césped y evitó el mal. Sería la tercera llegada clara.

Poco después una pelota a la espalda dejó a Mir con un recorrido largo hasta la portería de Bravo. Cuando llegó estaba tan exhausto que remató débil como un alevín. No le aguantaba mucho la pelota en su posesión al Huesca. Las ganas iniciales se las había llevado el frío y el sureño Betis bailaba más cómodo sobre el hielo.

Ontiveros quiso agitar el tema. Es el malagueño como es. Su verticalidad se confunde con cierto egoísmo. Sea como sea, es el distinto. Genera peligro. Casi al descanso, donde el Huesca podía estar contento de irse sin daños, Sandro pegó un zapatazo que hizo estirarse a Claudio Bravo.

Agitó el banquillo Míchel pronto. Y fue tajante. Pulió toda su banda derecha. Fue listo. Vio el problema. Porque a Pedro le buscaban las cosquillas y Ferreiro no hacía pupa. Borja entraría por el centro, con más libertad. Avivaría la presión y la anarquía táctica en el intercambio de posiciones entre la línea con Ontiveros y Sandro. Su primera acción fue habilitar a Mir en soledad, que chutó con el alma y por encima del larguero.

Parecía que el partido podía romperse, con dos equipos a los que no les valía el empate. El Betis porque no conoce este resultado y el Huesca porque está harto de él. Más cambios de Míchel. Lógicos. A Sandro y a Mikel se les terminaba la gasolina y había que sustituirles. Sin que hubiera muchas ocasiones de peligro latente sí que se emanaba esa sensación de que cualquier cosa podía pasar.

El mismo final

Y pasó. Y en esta temporada para el Huesca eso supone que lo lleva clarinete. Tras la concesión de un córner, en una nueva arrancada de Fekir, el Betis consiguió meter un centro al área en el que Mandi conseguiría adelantarse a Insua y rematar dentro de la malla de Álvaro.

Como dicen que pasa antes de fallecer, los jugadores del Huesca volverían a ver repasar delante de su memoria todos esos partidos en los que esta temporada ha visto como le pasaba lo mismo. Y Míchel veía negro su futuro. No dejarían sus jugadores de pelear con él. Con Siovas de delantero, con Okazaki tirándose a por todas. Al ataque kamikaze. Contra diez. Insuficiente. Ya pudo llegar antes, lo evitó Álvaro, pero en una contra Sanabria puso el 0-2, el último clavo en el ataúd de Míchel, un buen hombre. Una pena. Pero esto es fútbol.

Ficha técnica:

0- Huesca: Álvaro Fernandez, Pedro López (Pulido, min. 51), Javi Galán, Siovas, Insua, Mosquera (Okazaki, min. 78), Mikel Rico (Seoane, min. 71), Ontiveros, Ferreiro (Borja García, min. 51), Sandro (Sergio Gómez, min. 71) y Rafa Mir.

2- Betis: Claudio Bravo, Emerson, Juan Miranda, Mandi, Víctor Ruiz, Paul, Canales (Sidnei, min. 82), Lainez (Rodri, min. 78), Fekir, Ruibal (Juanmi, min. 78) y Loren (Sanabria, min. 67).

Goles: 0-1, min. 77, Mandi. 0-2, min. 92, Sanabria.

Árbitro: Cordero Vega (cántabro). Tarjetas amarillas a los locales Ontiveros e Insua y al visitante Paul, por dos ocasiones (min. 80)