Un latido. Una señal de vida. Cuando se le daba por muerto, cuando no había casi ni pulso, ni victoria desde ni se sabe, ese golazo resonó al «sí se puede» desde El Alcoraz a toda Huesca. El eco del estacazo de gloria que le incrustó Rivera al Betis, de ese grito de desahogo de un equipo y una afición que no se rinden, ni reblan ni niegan el sueño de la permanencia, rebota ahora de estadio en estadio de LaLiga.

Ese gol de esperanza y victoria ha hecho que esta semana sea diferente, que no haya que limpiar heridas ni llantos de puntos perdidos, se ha llevado como la marea los lamentos del otra vez será, y ha reforzado a un grupo en crecimiento en convicción y fútbol que visita este mediodía (13.00 horas, BeIN LaLiga) al Leganés en Butarque con otro cuerpo, otro espíritu y sin la piedra pesada como un Turbón del infortunio y la derrota.

Dos triunfos seguidos. Esa era la proclama de Francisco para engancharse a la vida de la permanencia en este cierre a la primera mitad de la competición. Ese objetivo es viable y está ahora entre ceja y ceja de once valientes de la Cruz de San Jorge que bajan al Sur de Madrid para ensartar al monstruo de Leganés. Vencer al Betis no sólo ha supuesto cubrir de arena el ataúd de la peor racha, de cuatro meses sin sumar de tres en tres, también ha propiciado la apertura de otra más prometedora y de un resquicio para creer y por el que colarse escalando en la clasificación.

LAS CUENTAS / No sólo hablamos de lo anímico, también de lo matemático, aunque las cuentas aún se traguen con saliva sólida. Vencer en Butarque, donde perdió este año el Barça, supondría meter en el sarao de la permanencia a un rival más, los madrileños, ahora a ocho puntos, y acortar esa distancia con la salida del hoyo. Y mirando el calendario que viene, la rampa de despegue no parece ahora una locura: tres duelos directos (Real, Valladolid y Athletic) en cinco jornadas.

La producción en resultados de la mejora en juego ha insuflado de moral a un grupo que ha entrenado bajo mínimos durante toda la semana. Una transición en la que se esperaban fichajes de refuerzo que no han llegado, pese a que la operación atascada para el regreso del guardameta Álex Remiro y su cesión desde el Athletic, y otras en la retaguardia, sigan en activo a la espera de concretarse.

Sí ha habido salidas confirmadas, las de Lluis Sastre, rescindido y rumbo a Chipre, y la de Serdar Gürler, cedido un año y medio a su Turquía natal (Goztepe), tras pagarse hace unos meses 2,5 millones de euros. Estas dos marchas, más las previsibles de Rajko Brezancic, Rubén Semedo y Axel Werner, que no cuentan para Francisco y no han sido convocados, unidas al descanso obligado de Xabi Etxeita (cumple cupo de cinco amarillas) hace que el Huesca se tenga que jugar esta nueva final con lo puesto. El canterano Uche tuvo que ser incluido para completar la convocatoria.

Pero este traje ajustado luce más bello. Bello como el gol de Rivera, como la celebración del Alcoraz, como ese latido de vida. Y como el guión que ya empieza a aprenderse de memoria. Si ha habido un cambio, y ahí Francisco es el autor del escrito, es el de la organización de un equipo que ya tiene cosas muy claras y jugadores muy consolidados. La ausencia de Etxeita alterará la línea defensiva, donde Pulido e Insua formaran como pareja y Miramón y Akapo como laterales, más un Santamaría que volverá a cubrir los palos a la espera del fichaje de un guardameta. Del mediocampo para arriba los elementos ya son conocidos, solo hace falta mantener la efectividad mostrada ante el Betis y que los delanteros empiecen a ver la portería en su dimensión real y no como una gatera.

El Leganés, antiguo hogar de Miramón e Insua, viene de bajada, con solo tres puntos de los últimos doce y saliendo goleado del Bernabéu (3-0) este miércoles en la Copa. El entrenador Mauricio Pellegrino plantea cambios para enfrentarse al Huesca al tener las ausencias por sanción de Gumbau y por lesión de Szymanowski y Santos, siendo Muñoz y Rolan duda. La incorporación del danés Martin Braithwaite, con un buen debut ante el Madrid, podría ser el revulsivo que busca el cuadro pepinero para revitalizar su ataque, el peor de Primera (sólo 20 tantos). Pellegrino sí confirmó ayer a Cuéllar bajo palos y el peligro del argentino Carrillo (5 goles en LaLiga) en punta.