El Huesca en casa se siente seguro, arropado, cómodo, autoritario, categórico y rotundo salvo raras excepciones, días extraños. Ante el Real Oviedo no fue uno de esos. Los altoaragoneses hicieron gala de sus mejores virtudes para batir a un rival (3-1) que volvió a mostrar su endeblez defensiva, a veces casi de patio de colegio. Una tónica habitual. Lo sabían los azulgranas y no tenían que hacer mucho más que desarrollar su juego de combinación y acelerar el balón para que los goles cayeran por su propio peso.

Dicho y hecho. Tras diez minutos algo contemplativos, empezó a asustar el Huesca y anotó dos tantos con celeridad. Se relajó en el tramo final del primer tiempo, lo que permitió a los asturianos meterse en el partido con un cabezazo de Bolaño que acortó distancias, pero en la segunda parte los altoaragoneses se mostraron muy maduros, controlaron el juego y las ocasiones, sin dejar respirar lo más mínimo a un Real Oviedo impotente y débil.

Borja Sánchez, el mejor visitante sin duda hasta que la gasolina se le agotó, avisó con un zurdazo que rozó el palo de Álvaro. Fue el reflejo de un comienzo algo dubitativo del Huesca, pero que duró poco. Contestó Dani Raba con una semichilena tras un saque de esquina, pero se le desvió un poco la puntería. El cántabro solo estaba carburando, porque la siguiente no la falló. Raba rompió ante la dormida zaga carbayona y Pulido se inventó un pase perpendicular de 30 metros que dejó al atacante solo ante Champagne, al que dribló con suma facilidad para inaugurar el electrónico. Cinco minutos después, Cristo se marchó entre tres rivales sin ningún tipo de fiereza en la defensa y Mikel Rico, solo, empujó el rechace del meta a placer.

La segunda línea oscense se gustaba, entrando a sus anchas con excesiva comodidad. Podía caer hasta un saco de goles. Juan Carlos volvió a romper desde atrás, pero en el mano a mano venció Champagne. Sin embargo, en el último cuarto de hora del primer tiempo el Huesca bajó su energía y permitió que el Oviedo entrase en el partido. No defendió bien el cabezazo de Bolaño en un córner y el propio exazulgrana no empató de milagro en otro testarazo, esta vez tras un centro lateral. La enorme estirada de Álvaro lo evitó.

El paso por los vestuarios, sobre el papel, debía ser el acicate para el Real Oviedo. La hora de ir hacia arriba. Pero no contaba con la excelente actuación del Huesca. Sentenció tres veces, aunque las dos primeras fueron anuladas, e impidió que los carbayones inquietasen a Álvaro lo más mínimo. Lo hicieron volviendo a ese juego eléctrico casi imparable, dominando el balón, entrando por banda, jugando con rapidez por el medio y siendo autoritario. El cambio de Ferreiro por Cristo fijó a Juanjo Nieto atrás y restó profundidad al ataque visitante al mismo tiempo que dio esa chispa que tiene el gallego.

Okazaki de cabeza no atinó por centímetros y el propio Ferreiro lanzó un zapatazo repelido por Champagne. Mediado el segundo acto el nipón acertó, pero tras un empujón de Pulido, por lo que fue invalidado. Con más suspense (y tras otra verbena defensiva ovetense) fue anulado otro tanto a Okazaki. El punta se encontró de repente con un balón suelto en una contra de Juan Carlos Real, pero el VAR, tras revisar la acción, determinó fuera de juego en el inicio de la acción.

A la tercera, al fin, llegó la vencida, como reza el tópico. Con el Oviedo completamente partido y a la desesperada, Eugeni trazó una diagonal en tres cuartos de campo, abrió a Ferreiro y su disparo lo tocaron Bolaño y Mikel Rico antes de que besase la red. Todavía pudo haber más fiesta con una cabezazo de Pulido que detuvo Champagne, pero ya era suficiente para el Huesca, que hasta que este domingo jueguen el Fuenlabrada y el Almería se sitúa en ascenso directo.