‘Usse-Usse-Ussewa. Atama no deki ga shigaunode mondai wa nashi’. Las neuronas de Gabi han almacenado esta machacona estrofa sin saber su significado. Efectos de ser el tutor de siete pequeños japones y del soniquete de una batería y guitarra pegadizas. «Van a todos los sitios con música. Les encanta. Esta nos la ponen todo el rato», explica Gabi Piedrafita.

Él, Miguel Pérez y Diego Arellano son los tres entrenadores encargados de cuidar de este grupo entre 9 y 15 años que durante tres meses serán uno más en la cantera de la SD Huesca. Van con ellos a todos los lados. Su base es el Hotel Pedro I, donde les asisten en las comidas, les dan clases de castellano y acompañan en sus estudios. Tres mañanas a la semana marchan a los campos de San Jorge, donde realizan sesiones de tecnificación y por la tarde se integran con los equipos de la cantera del Huesca según su categoría.

Sus tutores están impresionados por su rápida adaptación, su sentido del orden y de la disciplina y su primorosa atención; les maravilla en el día a día. «Un día mi ayudante les dijo que estuvieran atentos a un ejercicio que luego iban a hacer. Cuando les tocó casi no hubo que explicárselo. Lo cogen todo al vuelo, casi mejor que chicos de aquí que ya estan acostumbrados a hacerlos», indica Gabi, habituado al jaleo de la cultura mediterránea. Los cánones de comportamiento japoneses son muy distintos y una delicia para el educador. «Antes de abrir la boca ya están recogiendo y encima lo dejan ordenado, cuando normalmente tenemos que hacer competiciones para decidir quién lo hace», añade.

No es su única sorpresa. En el campo disponen de buenos argumentos técnicos y un dominio corporal sobresaliente. «En un día libre nos los llevamos a jugar a baloncesto y también lo hacían bien. Tienen una coordinación estupenda», señala el tutor. Flojean cuando tienen que tomar decisiones en el campo, ser creativos. Sin embargo, fuera de él, son una auténtica familia y se apoyan: «Se relacionan de la misma manera entre todos, una piña. No diferencian entre edades. Los mayores hacen de hermanos de los pequeños».

Visión de futuro

Este proyecto nace de la colaboración de la Fundación Alcoraz con la empresa Wakatake Group, fundada por un exjugador japonés y que tiene un convenio de colaboración con LaLiga para desarrollar acciones de formación. El ascenso a Primera y la presencia de un referente como Shinji Okazaki, el tercer jugador con más partidos con la selección nipona, permite la apertura de estas nuevas experiencias inimaginables hace unos años. El mismo delantero les entregó a cada uno unas espinilleras personalizadas. «Solo nos solicitaban que Okazaki tuviera alguna vinculación con la estancia y pese a las dificultades de la pandemia conseguimos montarlo», indica Juanjo Camacho, responsable del proyecto desde la Fundación Alcoraz, con la coordinación deportiva de Fernando Arnedillo y la colaboración del entrenador Chemi Sobrevía.

Un primer grupo de Wakatake con 21 promesas realizó una visita de una semana a Huesca el pasado diciembre. De esta introducción repitieron seis niños y se sumó uno nuevo. Proceden de distintos puntos de Japón. El cierre de las fronteras decretado el 1 de febrero adelantó este viaje. La experiencia está siendo muy revitalizante para todos. El intercambio de culturas es un aliciente para los menores oscenses y un simulacro de lo que podría venir cuando se desarrolle el proyecto de cantera y la residencia en La Pirámide. El Huesca no cierra en un futuro poder fundar su propia escuela en Japón o en otros puntos del planeta, como Estados Unidos, con gran interés en el fútbol español, aunque por ahora lo más realista sería participar en ‘stages’ en estos destinos. «Nos sirve para que cuando tengamos todo el proyecto preparado ya existan estos contactos para poder recibirlos en la futura residencia y saber cómo tratarlos», añade Camacho. Los fines de semana se integran en los partidillos de la Liga interna y van a ver partidos de los equipos que sí compiten.

La comunicación no es un problema. El más mayor habla un inglés fluido y hace de traductor, aunque ya todos se van soltando en castellano. «Son muy intuitivos», describe su tutor. El lenguaje del fútbol es universal, como la ilusión de un niño, esa que se refleja en sus ojos cuando, los días de partido en casa, pueden ver a Okazaki y al resto de profesionales del Huesca, ídolos para ellos, su sueño. «Vemos los partidos por la tele en la misma sala del hotel donde el equipo come en las concentraciones. Shinji es muy atento con ellos», afirma Gabi Piedrafita. Siete pequeños japoneses que ya siempre serán del Huesca.