Llegó al Huesca sin hacer mucho ruido, desde Segunda, de Las Palmas, y con un gran potencial por delante, pero sin apenas experiencia en la élite. Quizá hasta sorprendió que el club altoaragonés utilizase la ficha libre por la lesión de larga duración de Luisinho en un centrocampista en lugar de hacerlo con un lateral zurdo, que hubiera sido lo más lógico, sustituir una pieza por otra. El tiempo ha dado la razón a Francisco y a Emilio Vega, porque Christian Rivera se ha erigido en poco tiempo en uno de los puntales de los azulgranas y en una pieza clave en la mejoría oscense.

Siempre fue un futbolista precoz y de calidad exquisita. Pronto comenzó a despuntar en el Sporting de Gijón, pero una inorportuna lesión en el húmero y la negativa del club asturiano a dejarle salir hacia el Atlético de Madrid le dejó casi en el dique seco dos temporadas siendo juvenil. Firmó por el Real Oviedo, con el que debutó en Segunda B con 17 años y con el que creció en Segunda hasta que el Eibar se lo llevó para jugar en la élite.

No ha terminado de cuajar y en Huesca espera dar ese paso definitivo que le haga ser un jugador de Primera a todos los efectos. Camino lleva. Está siendo una pieza fundamental para Francisco gracias a su polivalencia, potencia física y buen trato de la pelota. Tenía el Huesca muchas carencias, pero al centro del campo le costaba dominar los partidos, ser el dueño de la pelota y llegar con ella hasta el marco contrario con peligro y jugadas trenzadas. Ahí ha entrado en juego el todoterreno Christian Rivera.

Ha jugado como medio defensivo, como doble pivote e incluso como enganche con la delantera. Sus características físicas y técnicas hacen que se desenvuelva bien en cualquiera de las posiciones del centro del campo. Tiene la capacidad de Melero de llegar a la portería rival con peligro desde atrás, es un buen defensor y, además, es muy asociativo. Su llegada ha supuesto un salto de calidad, porque cuando Rivera se ha juntado con Moi Gómez, Melero o Ferreiro, el Huesca ha ganado en dominio desde el balón, lo que ha generado un efecto dominó: la defensa no sufre tanto porque le llegan menos y se generan más oportunidades en ataque.

GOLEADOR

Con todos los problemas que están teniendo los delanteros para perforar la portería contraria, el resto del plantel está tirando del carro anotador del equipo azulgrana. Rivera, en solo siete encuentros de Liga y otro de Copa del Rey, ya ha conseguido marcar dos goles. El primero fue en su estreno como titular con el Huesca tras un fino control con el pecho y una definición de ariete contra el Levante. Ante el Betis completó la remontada con una volea certera al fondo de la red que llevó el delirio a El Alcoraz.

Una vez se hizo al equipo se ha convertido en un indiscutible. Solo se ha perdido tres minutos en los últimos cinco partidos y está siendo un jugador imprescindible. Sin él no podría entenderse la reacción de un Huesca que, a pesar de seguir a ocho puntos de la salvación, sigue creyendo en que es posible. Las sensaciones son positivas y, con Rivera, todo es más fácil.