El Huesca sigue sin arrancar en su segunda temporada en la élite y la urgente necesidad de lograr la primera victoria empieza a amenazar seriamente la continuidad de Míchel en el banquillo azulgrana. Al técnico madrileño aún le queda crédito, sobre todo, porque las sensaciones que transmite el equipo son mejores que los resultados, pero, tras ocho jornadas disputadas y con el cuadro altoaragonés en puestos de descenso, el triunfo no puede demorarse más.

Por eso, el duelo del próximo sábado en El Alcoraz ante el Eibar será clave para el futuro de Míchel. De hecho, ese encuentro sería la última bala del entrenador, que podría despedirse del cargo en caso de que el Huesca aumente a nueve las jornadas sin ganar. La ley del fútbol ya cuestiona al preparador que logró la pasada campaña el ascenso a Primera división.

En el club gusta Rubi, artífice del primer ascenso del equipo hace tres temporadas y todo apunta a que, en caso de que Míchel no logre enderezar el rumbo y los resultados, sería el elegido para regresar a la disciplina azulgrana. Falta saber si el barcelonés estaría por la labor de volver.

El caso es que el Huesca vive momentos de angustia tras un inicio de temporada marcado por cierta involución del equipo tanto en la fortaleza defensiva como en la capacidad de reacción. El Huesca sigue transmitiendo buenas sensaciones y, seguramente, su fútbol ha merecido mejor fortuna que los cinco empates y tres derrotas que figuran en su casillero. Pero la victoria no llega y sí lo hacen las urgencias.

Especialmente relevante es la fragilidad atrás mostrada por el equipo en sus últimos compromisos. Entre Valladolid (2-2), Real Sociedad (4-1) y Real Madrid (4-1) han endosado diez tantos a un Huesca que en las cinco jornadas anteriores apenas había encajado cuatro. Solo el Cádiz (0-2) le había metido dos, mientras que Valencia y Villarreal (1-1) apenas perforaron una vez el marco de Andrés y Elche y Atlético (0-0) se quedaron con las ganas.

Aunque, quizá, lo que más preocupa ahora es la fragilidad anímica de una escuadra incapaz de levantarse ante el primer revés. Así lo advirtió el propio Míchel al término del partido del pasado sábado en Valdebebas. donde el Huesca se rindió tras encajar el primer tanto del Real Madrid, a apenas cinco minutos del descanso. Tras una notable primera media hora, el equipo azulgrana sucumbió tras el golazo de Hazard y, apenas cuatro minutos más tarde, Benzema sacaba partido del desbarajuste mental de los oscenses para hacer el segundo y sentenciar la contienda. «Nos ha hecho mucho daño y tenemos que ser más fuertes en ese sentido. Hemos hecho cinco minutos muy malos tras el gol de Hazard en una jugada individual y ahí se acaba el partido. El 2-0 en el minuto 45 no lo podemos encajar, de ninguna forma. Eso es lo que más me duele», expuso el entrenador del cuadro altoaragonés.

Así que la frontera está situada en el duelo del sábado. Todo apunta a que Míchel llegará hasta allí, pero no está claro que vaya más allá si, ante el Eibar, el Huesca no logra su primera victoria.