Fácil, difícil. La cabezota deshoja la margarita de las posibilidades antes de aventurarse hacia la siguiente estación. Calcula el logaritmo del éxito y adjudica una pegatina a la misión. De cero a diez. Nos planteamos la vida como una consecución de retos a superar donde en muchos casos la predisposición configura todo de antemano. Todo está en las mentes. El mismo obstáculo será para unos como subirse al Posets a cuclillas y para otros como un paseo mañanero a Loreto. Al Huesca se le presenta esta tarde (18.30, beIN Sports) una prueba de esas que se divisan más sencillas, menos hirientes. El Getafe es un Nemo con escamas de Segunda en un mar de tiburones (Espanyol y Sevilla) por el que anda navegando el equipo hacia su recuperación. Francisco anda de enfermero poniendo tiritas para taponar la sangre, sabiendo que la dentellada estaba cerca. Pero además pluriempleado de psicólogo para justamente hacer que sus jugadores, cabizbajos después de siete partidos sin ganar, vean al rival que sea, pececillo o escualo, sólo como un reto, ni fácil, ni difícil, sino como una oportunidad para dar un paso al frente. Eso debe ser el Getafe, una puerta por la que salir de la cueva. La salida hacia un futuro mejor.

Alcanzadas las dos jornadas con Francisco, con un bagaje de puntos similar al que cosechaba en medio del Sáhara Leo Franco, pero con unas sensaciones ascendentes que hacen que se considere al Getafe como la presa a la que hincar el diente. Hace solo dos años pasaba por Huesca como caballero de plata. Pero más allá por su dimensión y su nombre proletario, porque engaña asentado en su segunda temporada en Primera (octavo), esa predisposición al éxito zarpa de la necesidad de sumar para no descolgarse más hacia el sumidero del descenso (ahora a cuatro puntos de la salvación), de la urgencia de aferrarse al Alcoraz como un castillo inexpugnable que no ha sido hasta ahora (un punto en cuatro partidos) y de la revitalizante emoción que ha transmitido el equipo en la primera parte con el Espanyol y un tramo mayor en Sevilla. Si se sigue esa línea recta hay indicios de que hoy podría cosecharse un buen resultado. De que sí se puede. De que va a ser que sí.

La frágil autoestima del Huesca ha ido reparándose paso a paso. El mensaje renovado se articula desde la ilusión con la música de retreta para salir en casa desbocado. Adjetivos bonitos que lanza Francisco a sus jugadores para que se lo crean, no se perciban como segundones en Primera y salgan vanidosos a mirarse al espejo de la victoria. Quizá por ello la ruptura de la racha sin marcar, en el descuento, con un gol de un central, no debe percibirse como un rasgo menor. Resquebrajada esa barrera mental de triple capa de piedra caliza, aislante térmico que no deja pasar los puntos, ahora el equipo se encuentra ante la tarea de vitaminizar sus secuelas defensivas, dejar de dar regalos como un Papa Noel sin vacaciones, y enhebrar ese equilibrio que tanto desgasta su entrenador.

SIN CHIMY / En la misión no sólo se presentan los planos del legado de Espanyol y Sevilla, también la introducción de Musto y la inclusión del fichaje de Rivera. Una esperanza. Pena que Melero siga arrastrando su lumbalgia, que Brezancic no pueda incorporarse aún con su dedo del pie torcido y se cayera de la lista Chimy el jueves. Francisco tendrá que armar un planteamiento con estas bajas. Si se mantiene el guión de su presentación, será valiente en la deriva hacia el gol. Aumentar la productividad de las ocasiones para mover el marcador del Alcoraz será la asignatura pendiente, aunque en Sevilla ya se mostraron efectos de cambio.

El Getafe de José Bordalás se desplaza a Aragón con el disfraz de asesino cargado de víctimas. El Huesca está para pocas bromicas de Halloween. Su presencia en la zona noble de Primera se asienta precisamente en su racha como visitante. Ahorrándose el recuerdo del primer partido en el Bernabéu (2-0), los azulones llevan pescando en aguas internacionales desde septiembre. Han ganado en Sevilla (0-2) y en el último desplazamiento a Vallecas (1-2), mientras que puntuaron en Mendizorroza y en Balaídos. Esperar y cargar, táctica que ha sido fructífera para los adversarios en El Alcoraz. La plantilla del Getafe ha sufrido una buena remodelación en verano, pero sigue oliendo a esqueleto de Segunda, como a espíritu de humildad y solidez defensiva (sólo 8 tantos encajados) made in Bordalás. La pareja de Ángel (3 goles) y el veterano Jorge Molina (2) aportan la pólvora en acciones rápidas y con proyección hacia el contragolpe.