El Huesca se regaló la victoria con una primera parte plena de intensidad, ocasiones y puntería. El 2-0 anestesió sin embargo al equipo de Míchel, que desaprovechó un penalti lanzado por Ferreiro y despejado por Munir y la superioridad numérica por expulsión de Adrián tras una dura entrada sobre Miguelón. Con todo el trabajo hecho ante un Málaga desnutrido, sesteó, se entretuvo y concedió un par de ocasiones al conjunto andaluz, que llegó al área de Álvaro con pocos efectivos y menos fe. Sobró media hora de partido a todo el mundo porque hubo una caída de voltaje importante. A todo el mundo no, porque Mikel Rico habría estado jugando después de apagar las luces de El Alcoraz y de la ciudad. Dio la asistencia a Pulido en el gol inaugural, el pase a Juan Carlos en el segundo, completó un maratón personal en ayudas ofensivas y defensivas y se echó a las espaldas el trabajo sucio con elegancia y compromiso. El centrocampista es así. Va a la oficina cada jornada y raliza su labor con mejor o menor fortuna, pero con una honestidad a prueba de bomba.

Rico, en ocasiones y producto de su pulcra profesionalidad por acudir a todos los lugares posibles, no administra bien los esfuerzos. Se ve capaz de estar a la misma hora en el bautizo y en la boda y corre de punta a punta seguro de su puntualidad. Se trata de un futbolista que abarca campo y las simpatías de la grada en un buen o mal día. Frente al Málaga firmó un encuentro redondo en el pase, en la recuperación y en la gestión de la pelota sin que el equipo de Víctor Sánchez pudiera con este titán doméstico. Claudicó ante el Huesca, pero ante el Huesca de Rico pese a que Pulido fuera protagonista del triunfo con un tanto a pase del vasco y de forzar una pena máxima después de que Luis Hernández le partiera la boca con el codo muy suelto. Pese al 2-0 de Juan Carlos, quien utilizó las zapatillas de Rudolf Nureyev para bailar sobre el balcón del área andaluza y batir a Munir.

El trotamundos de Basauri, a sus 34 años, jugó con la ilusión que lo hacía en el Padura, el Danok Bat o el Baskonia en lo más tierno de su carrera. Disputó una Liga de Campeones, una final de Copa, ganó una Supercopa y fue importante en el Athletic... No se acomoda en el pasado salvo para exponer en cada partido el porqué de una vida dedicada a luchar, a ser compañero. En Huesca lo saben y lo reconocen, y él no desmaya. Al Málaga le quitó le balón, el alma, y disfrutó en la parte festiva y en la más ingrata. La victoria, sin duda tuvo el sabor de su sacrificio. También de su calidad.