La vida es una pasajera traviesa. Bien avanza sigilosa de puntillas que se sube impaciente a un jet supersónico para romper la barrera del sonido. Está tan loca ella que camina desenfadada dando volteretas y al rato se paraliza inmóvil con el peor de los sustos. Aprender a convivir y gestionar estas velocidades es la lección maestra que debe afrontar cada ser humano. Y el fútbol, como fruto de los hombres y las mujeres, no es ajeno ni a la pausa ni al tornado. Que se lo digan al Huesca, que está experimentando en tan pocos meses todos los calores, estaciones y velocidades de su existencia. Del desenfreno caliente de una primavera de ascenso, a la excitación de un verano de historia y sorpresa en Primera y ahora al chaparrón congelado de un otoño de tinieblas y derrotas. Curiosas son estas vueltas que esta tarde (18.30 horas, BeIN LaLiga) se fundirán todas sobre el césped de El Alcoraz en un reflejo del antes, del ahora y de la esperanza con el debut de Francisco y el regreso de Rubi.

Las turbulencias de la Primera ya han hecho rebotar de su silla a Leo Franco. La racha negativa de seis jornadas sin ganar y sólo un punto cosechado, la condición de farolillo rojo de la categoría y la sensación, tras una nueva derrota clave en Valladolid, de desplome irremediable se han llevado por delante al proyecto de técnico por el que se apostó en plena fiesta. Para descongelar el ánimo debutará hoy Francisco Rodríguez, con sus 52 partidos de experiencia en Primera y su fama de intensidad fogosa y contagiosa. Al almeriense se le presenta el reto de frenar la caída de esta existencia loca con el único calmante posible de las victorias que generen la confianza perdida. Su discurso combativo y gallardo ya suponen un anticipo de intenciones o al menos un remedio psicológico.

Decapitado el padre de familia, esa unión que fue clave para el ascenso y que pregonó Leo Franco durante toda la pretemporada, acude hoy al Alcoraz el patriarca original. A Joan Francesc Ferrer Rubi le caerá una buena tromba de aplausos y reconocimientos por ser el mago que transformó el sueño en realidad. Pero, en otra de esas piruetas vitales, lo hará con el rival, el Espanyol, y sin muchos ánimos profesionales, quizá no tantos sentimentales, de no dejar a Francisco comenzar su andadura en Huesca con la calma que se persigue. Las casi dos semanas de trabajo para Francisco y su nuevo grupo técnico no han podido ser lo plácidas que le hubieran gustado. Las ausencias de los cuatro internacionales (Jovenovic, Akapo, Gürler y Cucho Hernández) más el carrusel de lesiones que afectan a la plantilla (Brezancic, Melero, Sastre y Luisinho) han hecho trabajar con sólo catorce efectivos salvo los últimos entrenamientos, insuficientes para empezar a armar el cuerpo de hierro que necesita desde ya el Huesca.

LAS INCERTIDUMBRES

Desde la incógnita Francisco ha dejado caer el uso del 4-3-3 como sistema, cierta continuidad para aprovechar el buen trabajo heredado de Leo Franco y lo complejo que va a ser confeccionar la lista, sólo ausentes Brezancic y Luisinho, ambos lesionados, el segundo para toda la campaña.

La ecuación de perogrullo que encaja en toda victoria, marcar y que no te marquen, no ha sido descifrada aún por un equipo que ha encajado goles en todas las jornadas disputadas hasta el momento. La falta de puntería, con un gol y de penalti en 450 minutos son una sequía que deja sin vida, loca o cuerda, a cualquiera. Revivido viene Cucho Hernández tras marcar dos dianas, la primera nada más salir al campo, en su debut con Colombia. Veremos si al cafetero le cambia la racha con Francisco como guía.

Viene Rubi y viene su Espanyol con las velas desplegadas, verbalizando incluso sus opciones de liderato. «Este partido es especial para el cuerpo técnico y para mí, pero cuando empiece ya no hay tiempo para historias», afirmó el preparador. Sexto, con catorce puntos, inmaculado en Cornellá, pero, ojo, escuálido lejos de la acogedora chimenea casera. Dos puntos (Vigo y Vallecas) hacen pensar que el lobo no es tan fiero como lo pinta la clasificación.

Con un Panda como emblema y el regreso de un veterano, ambos con pasado zaragocista para dar algo más de morbo a la cita. Borja Iglesias y Sergio García son los dos puntas que están haciendo olvidar la millonaria venta de Gerard Moreno (20 millones) al Villarreal. Con un 4-3-3 y un juego valiente, donde resalta la figura de la clase media nacional (Diego López, Didac Vilá, Javi López, David López, Marc Roca, Darder, Granero...), muchos reconocerán hoy en el rival las virtudes propias del ascenso. La paradoja de esta vida loca, loca.