El sector agroalimentario se ha revelado como una actividad esencial durante la crisis sanitaria del covid-19 y el estado de alarma decretado para frenar la propagación de la enfermedad. El sector primario (agricultura y ganadería) y las industrias agroalimentarias aragonesas han contribuido con su importante labor a garantizar el abastecimiento de alimentos a la población y a que la crisis sanitaria no se solape con una crisis alimentaria.

Los agricultores han aparcado sus reivindicaciones y no han dudado en arrimar el hombro y situarse al pie del tractor, para que no falte de nada en los comercios y en los supermercados. Una actitud ejemplar de un sector que viene reclamando desde hace tiempo unos precios justos para sus productos para poder seguir desarrollando su trabajo con dignidad.

El esfuerzo de los productores ha obtenido el reconocimiento de la sociedad aunque su actividad es fundamental tanto en tiempos de crisis sanitaria como en circunstancias normales, como un importante motor de la economía del medio rural y de la lucha contra la despoblación en Aragón. El sector primario aragonés es un elemento vertebrador del territorio que contribuye a la creación de empleo y riqueza y a fijar población en los municipios a través de las explotaciones agrarias y ganaderas, muchas de ellas familiares, diseminadas por todo el territorio.

El sector agroalimentario se compone actualmente de cooperativas que agrupan a pequeños productores y de grandes grupos agroalimentarios que cubren todas las fases de la cadena de valor, desde la producción de las materias primas hasta su transformación en productos agroalimentarios que llegan a las superficies de distribución para proporcionar a la población alimentos frescos o elaborados de calidad, sanos y nutritivos. Toda esta labor se realiza bajo estrictos criterios de seguridad alimentaria y sostenibilidad medioambiental pautadas por las administraciones dentro del marco común europeo.

Una de las tendencias clave para la supervivencia del sector en los últimos tiempos ha sido el asociacionismo y la integración. La unión de los productores ha permitido mejorar la competitividad del sector e introducir innovaciones técnicas y de gestión en las explotaciones que permiten un mayor rendimiento y productividad. Esto, unido a la búsqueda de nuevas vías de negocio a través de las industrias agroalimentarias, ha contribuido a modernizar y profesionalizar las labores del campo, proporcionando alternativas de ocupación para sus habitantes.

El campo aragonés

Frutales. Una trabajadora recolecta albaricoques.

Gran parte de las empresas y productores agrarios aragoneses están hoy representados por Cooperativas Agroalimentarias de Aragón y la Asociación de Industrias Agroalimentarias de Aragón (AIAA), que se han convertido en un importante altavoz de sus reivindicaciones y para la defensa de los intereses del sector.

Cooperativas Agroalimentarias de Aragón agrupa a 156 de estas empresas de economía social -31 en la provincia de Huesca, 35 de la de Teruel y 90 en Zaragoza-, que representan en torno a un millón de hectáreas de cultivo con un volumen de facturación cercano a los 900 millones de euros anuales.

Las cooperativas agroalimentarias suponen el 40% de la producción agrícola de Aragón, según datos de la federación. En sectores donde estas empresas de economía social tienen mayor implantación, como el vitivinícola, esta cifra alcanza el 80%, y en los menos, como el porcino, ronda el 20%.

Por volumen de facturación, los principales cultivos son los extensivos, como los cereales, girasol y forrajes, seguidos por las frutas y el vitivinícola. En el sector ganadero, el peso más importante lo ostenta el ovino, por encima de los piensos. También tiene un volumen relevante el sector de los suministros, todos aquellos bienes que necesitan los cooperativistas para desarrollar su actividad, como abonos, semillas o carburantes.

Con 2.000 empleos fijos, las cooperativas agrarias tienen un importante peso en la economía aragonesa, especialmente en el medio rural, donde desarrollan su actividad. Al mismo tiempo, mantienen una marcada vocación de servicio, como ha quedado demostrado durante la actual crisis sanitaria con las tareas de desinfección y limpieza desarrollada por los socios cooperativistas en numerosos municipios.

Por su parte, la Asociación de Industrias de Alimentación de Aragón (AIAA) cuenta con 180 empresas agroalimentarias que representan el 17% del total, pero más de un 70% de la facturación y del empleo del sector en la comunidad. Las actividades principales son la industria cárnica y la alimentación animal, que suponen el 60% del sector. En segundo lugar se sitúa el sector de la molinería, bollería, pastelería y pastas alimenticias que suman el 18%, y en tercer lugar, el vitivinícola, que alcanza el 6%.

El sector agroalimentario en su conjunto (sumando las actividades de producción primaria, transformación y distribución) alcanza un peso en la economía de Aragón de aproximadamente el 10%. La industria alimentaria supone un tercio del total de la actividad económico de la agroalimentación.

Presente y futuro

Porcino. Un grupo de cerdos comiendo en una granja.Porcino

La epidemia del covid-19 supone un gran reto de adaptación para el sector primario y la industria agroalimentaria. Ignacio Domingo, gerente de la Asociación de Industrias de Alimentación de Aragón, explica que el sector «va a verse lastrado por la grave afección que está teniendo esta crisis en el sector horeca», ya que el 40% de la producción agroalimentaria en España se destina a este canal.

En Aragón, las empresas agroalimentarias del medio rural tienen una mayor dependencia de los establecimientos de restauración y del turismo. Según indica Domingo, «tenemos que ser conscientes de lo que Aragón se juega en esta crisis, porque la economía del medio rural va a estar muy condicionada por la supervivencia de estas actividades económicas en el territorio».

En las comarcas más despobladas de Aragón, entre el 30 y 40% de los empleos están vinculados directamente al sector agroalimentario, horeca y turístico, y en algunos casos este porcentaje incluso supera el 50%. Por eso, señala el portavoz, «Aragón y su medio rural tienen un gran reto económico y social con la situación creada por el covid-19, y para superarlo, es necesario que haya un gran consenso social y político».

Asimismo, la comunidad exporta el 25% de su producción agroalimentaria, principalmente del sector cárnico, pero también vinos, aceite, bollería, etc. Los mercados internacionales se están viendo condicionados por un mayor proteccionismo por la afección del coronavirus en las economías mundiales. Según el gerente, «este va a ser otro gran reto de nuestro sector en los próximos meses, ya que el enorme potencial de nuestra capacidad productiva nos obliga a buscar mercados para nuestros productos fuera de España».

La sostenibilidad ambiental y la digitalización son otros de los desafíos del sector durante los próximos años, cuestiones que inciden de manera clave en los modelos de negocio de las empresas. Domingo cree que «las empresas agroalimentarias tendrán que seguir profundizando en mejorar sus procesos para ser más sostenibles medioambientalmente hablando, pero teniendo en cuenta que esa sostenibilidad debe ser también económica».

En cuanto a la digitalización, añade, al igual que está ocurriendo también en otros sectores productivos, «provocará cambios profundos en la manera de producir, comercializar y consumir alimentos, y las empresas tendrán que ser capaces de adaptarse a esos cambios».

Finalmente, el representante de las industrias aragonesas destaca el comportamiento de las empresas y de los trabajadores del sector en la comunidad y en el resto de España durante la pandemia. «El sector primario y la industria agroalimentaria han permitido asegurar el abastecimiento del mercado nacional pese a las dificultades, sin depender de otro países, algo de importancia estratégica para nuestra comunidad y nuestro país, sobre todo en tiempos de crisis», concluye.