Gran parte de los ingenieros agrónomos desarrollan su labor profesional como técnicos de explotaciones e industrias agroalimentarias, todas ellas actividades esenciales durante el estado de alarma por el covid-19. Esto ha hecho que estos profesionales no paren durante la crisis sanitaria, más bien al contrario. «Estamos trabajando bastante », asegura Ángel Jiménez, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Aragón, Navarra y el País Vasco, que representa a cerca de 900 profesionales.

Desde el colegio se ha puesto en marcha un plan especial de ayuda y prestación de servicios para que los colegiados puedan desarrollar su labor con seguridad que incluye, como explica Jiménez, el reparto de mascarillas y otros elementos de protección, información actualizada de normas y modificaciones dictadas a lo largo de la alerta sanitaria, expedición de certificados para movilidad y resolución de consultas puntuales de los profesionales. En paralelo, se ha aprovechado la actual situación para intensificar la formación online, «uno de los pilares de la actividad del colegio», afirma el decano. Y también se mantienen contactos con la administración para que desbloquee la emisión de licencias y los proyectos de obras en el sector agroalimentario puedan continuar.

«La actual situación ha puesto de manifiesto la importancia de mantener un entramado de producción y distribución agroalimentario propio. Gracias a que el sector agroalimentario aragonés es resistente, resiliente y esencial, la crisis sanitaria no se ha solapado con una crisis alimentaria, que hubiera sido algo terrible, y se ha podido garantizar el abastecimiento de los productos necesarios a la población», asegura Ángel Jiménez, que añade que «la actividad en el sector primario se ha reducido entre un 10 y un 20%, aunque algunos subsectores están sufriendo más por las modificaciones en los hábitos de consumo».

Los ingenieros agrónomos siguen teniendo un papel fundamental en la cadena agroalimentaria, tanto al frente de las explotaciones e industrias agroalimentarias como en la investigación encaminada a la mejora de su productividad y rendimiento.

En este sentido, el decano explica que los retos de futuro para el sector siguen siendo los mismos ahora que antes de la pandemia. «El futuro pasa por la profesionalización en base a una formación de todas las innovaciones tanto tecnológicas como de gestión, que son necesarias para poder seguir produciendo alimentos de calidad y a unos precios asequibles para el mercado, teniendo en cuenta la sostenibilidad medioambiental».

El propio colegio participa en diversos proyectos de cooperación con empresas y administraciones para reducir las afecciones en el medio ambiente que pueda producir cualquier tipo de actividad tanto agraria como ganadera.

En concreto, la institución coordina dos grandes proyectos dentro del Plan de Desarrollo Rural de Aragón: la Red de Intercambio de Conocimiento Agroalimentario, una plataforma que pone a disposición del sector todo el conocimiento de los centros de investigación a través de herramientas informáticas, con el objetivo de potenciar el asesoramiento técnico de las explotaciones, mejorar los rendimientos del sector agrario y reducir los impactos; y el Partenariado del Agua del Ebro, proyecto cofinanciado por la Unión Europea y el Gobierno de Aragón para el diagnóstico y cataloguización de buenas prácticas en la utilización del agua de riego.

A estos proyectos se une la participación de la institución en otras iniciativas junto a otros agentes del sector agrario, como la Alianza Agroalimentaria Aragonesa, y la amplia gama de servicios de utilidad que ofrece a los profesionales, con el objetivo de facilitar que puedan ejercer su profesión con todas las garantías.