A las granjas aragonesas de pollo de engorde no les salen las cuentas. La incipiente guerra de precios de las cadenas de distribución y espiral alcista del coste del pienso están asfixiando la rentabilidad de las 392 explotaciones que hay en la comunidad, que sufren una severa caída de ingresos por el descenso de la producción provocado por la pandemia. A estos problemas se une un obstáculo más a nivel autonómico, como es la falta de un matadero, lo que hace menos atractivo el territorio para este negocio ganadero. Todo ello, sin perder de vista la amenaza de la gripe aviar que se extiende por Europa.

«El escenario es preocupante para las explotaciones avícolas familiares», lamentó Eloy Ureña, un productor de Fayón (Bajo Aragón-Caspe) que es además el responsable a nivel estatal del sector avícola de COAG, organización a la que pertenece la aragonesa UAGA. Los productores de carne de pollo acumulan una «feroz caída» del precio en origen por encima del 60% durante el último año por el efecto del coronavirus, que ha hecho desplomar los pedidos del canal de hostelería y turismo, que suponía el 25% de la demanda.

Para hacer frente a la caída del consumo, las integradoras de pollos han reducido la intensidad productora de las granjas asociadas, es decir, hay menos animales por metro cuadrado. Al mismo tiempo, el periodo de vacío sanitario —parada entre una cría y otra— ha llegado a duplicarse, de 20 o 21 días a más de 40 en muchos casos. De esta manera, la mayoría de los productores aragoneses han tenido cuatro crianzas al año en lugar de cinco o seis, lo que complica la rentabilidad en un sector con «márgenes de por sí estrechos», explica.

Repunte del mercado

«El mayor problema es para quien ha hecho una inversión reciente, que ronda los 400.000 euros por nave. Con cuatro o cinco crías no se pueden afrontar los créditos», explicó Santiago Samper, que tiene una granja de 50.000 plazas en Bujaraloz. La incertidumbre que vive el sector le ha llevado en su caso a paralizar la inversión que tenía prevista para ampliar su explotación.

Los precios han vuelto a repuntar en las últimas semanas y superan los 95 céntimos por kilo cuando a lo largo de la pandemia «no se habían movido casi» de los 80 céntimos. Pero la subida es consecuencia de la menor producción nacional. La esperanza del sector está puestas en que la recuperación del turismo y la hostelería sea una realidad el próximo verano al calor del avance proceso de vacunación contra el covid-19.

Por si fuera poco, COAG ha denunciado esta semana ante la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) a la Lidl y Family Cash por «ofertas abusivas» de pollo que incumplen la ley de mejora de la de cadena alimentaria. Ambas cadenas de supermercados promocionan el kilo de carne por debajo de los dos euros el kilo, en un contexto en el que los costes de producción al ganadero son más altos.

«En estas circunstancias es lamentable y desolador encontrar en los lineales ofertas abusivas de pollo low cost que tiran por tierra el enorme esfuerzo que estamos haciendo desde la producción por adecuar la oferta a la demanda y superar esta crítica coyuntura sin echar el cierre», criticó Ureña.

En este difícil escenario, «Aragón lo está pasando peor», afirmó. El motivo es la falta de un matadero que dé salida a la producción local. «Somos granjas de paso», lamentó. Las integradoras cuentan con granjas, fábricas de pienso e incubadoras, pero no cubren todo el circuito de la cadena de valor al carecer de una planta de sacrificio. «Hace que seamos más apetecibles para producir», recalca. El handicap se ha agravado al cerrar hace un año y medio el matadero del grupo Sada en Lérida, que era el más próximo a la comunidad.

Un ejemplo de la crisis avícola en Aragón está en Sástago, donde hay cuatro naves con capacidad para 90.000 pollos cerradas desde finales del año pasado por no encontrar una integradora que las explote tras rescindir el contrato el anterior operador. H

33 Una explotación de pollos de engorde situada en la localidad zaragozana de Fayón.

En Sástago hay cuatro naves paradas por no encontrar un grupo que las explote