La actual crisis sanitaria ha permitido a la sociedad hacer un ejercicio de reflexión. El coronavirus llegó y lo esencial se valoró. Los sectores básicos han mantenido encendidos los motores de la sociedad y, entre ellos, la agricultura y ganadería. El sector primario celebra hoy San Isidro, patrón de los agricultores.

Un año donde la festividad es diferente para José Vicente Murillo, agricultor en la zona de El Bayo (Ejea de los Caballeros) desde que terminó los estudios y vino a ayudar a su padre. De eso hace ya 35 años. Ahora, son él y su hijo Rubén quienes trabajan la explotación familiar conformada por un 50% de arroz, 20% de maíz y 30% de cereales de invierno, trigo y cebada. La experiencia del padre y los nuevos conocimientos del hijo sacan adelante un total de 100 hectáreas de cultivo de regadío.

Murillo ha vivido la transformación de la agricultura en los últimos años. «La globalización y las ayudas nos han llevado a hacer explotaciones más grandes, pero sobre todo la maquinaria nos ha ayudado a crecer en la explotación», señala.

Y a los cambios vividos se ha sumado el coronavirus, más benévolo con el medio rural. «Nos hemos convertido en los privilegiados de la sociedad», afirma Murillo. Un privilegio traducido en la continuidad de su actividad a pesar de cierta caída. «Hay un descalabro en el arroz. Nosotros destinamos un 30% al Canal Horeca, pero al cerrar la hostelería hemos tenido una gran caída.

Esperamos que se recupere y que la repercusión este año no sea muy grande», explica. Al final, permanece la fortaleza que caracteriza al sector agrícola, «una profesión apasionante, divertida y en la que cada día aprendes cosas nuevas». Una ocupación básica por la que Murillo le pide a su patrón continuidad. «Que la agricultura continúe como asentamiento de población, diversificación y mantenimiento de la naturaleza. Y que nos escuchen a nivel de Europa (en referencia a la PAC)», concluye el agricultor.

Quien también lucha por seguir a pie de cañón es José Luis Hernández, agricultor y ganadero de ovino en Galve (Teruel). De tradición ganadera desde su bisabuelo, Hernández está al frente, junto con su hermano, de la explotación familiar con 1.300 ovejas. «El oficio del pastor y del ganadero es bonito y vocacional.

Es apasionante ver nacer, crecer y alimentar animales. Es una confortación crear alimentos de primera calidad como es la carne de ovino», expresa el ganadero.

La pasión de Hernández hacia su profesión sabe que no se puede quedar ahí. «Primero, tenemos que concienciar a la sociedad de lo importante que es la crianza de alimentos de primera calidad con una trazabilidad desde la explotación hasta el matadero y carnicería. Y segundo, valorar el esfuerzo del sector primario para tener estos alimentos de primera calidad como tenemos en España y Aragón», declara Hernández. Él lo tiene claro.

Dos pasos fundamentales para ser parte activa en la recuperación del sector ganadero, que ha sufrido fuertemente la crisis del coronavirus ante la bajada del consumo de carne de cordero, producto estrella en la hostelería y eventos. «Estábamos vendiendo los corderos desde 80 euros porque esta primavera estaba yendo muy bien. Ahora, en nuestra cooperativa estamos haciendo el esfuerzo para no bajar de 60 euros», explica el ganadero.

Pero la experiencia le dice a Hernández que «de esta pasaremos. Los ganaderos somos las personas más sufridas. En las crisis siempre jugamos con subidas o bajadas de precio y nos hacen salir más reforzados». Este año no celebra San Isidro, pero el ganadero sabe que pedir a su patrón: «Salud».