La procesión de la Soledad de las Esclavas de María Santísima de los Dolores tomó ayer con su sobriedad el testigo al multitudinario Santo Entierro, que mostró a las claras que no solo es una de las procesiones que más cofrades congrega, al unirse varias de las agrupaciones más seguidas a la Hermandad de la Sangre de Cristo, sino una de las preferidas por zaragozanos y turistas. Ayer, la Soledad fue un emotivo contrapunto en su recorrido por El Gancho y el centro, una procesión «emotiva, del barrio de toda la vida», como explicaba Pilar Ángel, una de las vecinas -«ahora no, pero en mi infancia»- que se acercó a la iglesia de San Pablo a ver salir la procesión. También para las cofradesas, como Cristina Barbero, se dejaba notar minutos antes de comenzar el constraste con la masificación del día anterior. Aunque nervios, tras diez años en la hermandad, no había muchos.

La marcha, como siempre, se caracterizó por el silencio, pero no faltó una emotiva coplilla dedicada a la Virgen nada más salir el paso del templo, antes de iniciar el recorrido hacia el monasterio del Santo Sepulcro, para escenificar con toda la emoción requerida la Soledad de María tras la muerte de su hijo. El fuerte cierzo puso sus dificultades con la indumentaria y los pendones, pero no hubo mayor problema.

A Jesús lo enterraron anteayer, con una procesión que se salvó de la amenaza de lluvia que pesaba sobre el Viernes Santo, y volvió a congregar a miles de personas, entre los abundantes cofrades y el público asistente. El cambio de recorrido por las obras del Mercado Central y de su ubicación provisional no afectó, desde luego, a la concurrencia. De hecho, quizá por la duración, desde las 18.00 horas hasta medianoche, la procesión parecía estar perdiendo algo de público en los últimos años, pero los feligreses abarrotaban las calles, incluso bien avanzada la marcha.

Tampoco se hizo notar en las Siete Palabras, otra de las procesiones más queridas por los feligreses, que admiran su abundante imaginaría y la calidad de las tallas.

Tras el Santo Entierro llegó la procesión nocturna de la Soledad de San Joaquín, y ayer por la tarde también recorrió las calles la Cofradía del Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo.

Por la noche fue el turno de la Vigilia Pascual de la Real Hermandad del Cristo Resucitado y Santa María de la Esperanza y del Consuelo, que llenó la basílica del Pilar de esperanza antes de que hoy (perdón por el spoiler), se celebre la resurrección de Cristo.