Cámara preparada, tarjetas de memoria listas, baterías cargadas; trípode, mochila, un gran cargamento de pilas para el flash… Bien, creo que ya lo tengo todo a punto para poder ir otra tarde-noche a ver procesiones. Soy un amante de la fotografía y, el enorme patrimonio artístico que nos ofrece la Semana Santa de Zaragoza, es una excusa perfecta para poner en práctica mi afición. Lo primero, planificar la noche, que hay muchas cosas para ver y puntos en los que quiero estar para lograr alguna foto interesante.

Llego a mi primer destino un poco justo de tiempo y ya hay mucha gente en las aceras esperando la salida de la procesión. Voy a intentar conseguir algún hueco que me permita sacar el paso al atravesar la puerta de la iglesia. Allí parece que hay algo menos de gente. Desde mi posición veo a los fotógrafos acreditados por la Junta Coordinadora y a algún otro con pase de prensa. Saludo a varios de ellos y, en ese momento, suena una corneta que avisa de la salida.

Desde mi sitio no tengo el ángulo más idóneo, pero intentaré hacer alguna foto buena. No siempre se puede conseguir estar en el mejor lugar, y estar rodeado de gente no es que ayude mucho a moverse con una cámara grande. «Perdón, señora, ¿me permite un momento? Muchas gracias. ¡Clac! ¡Clac! ¡Clac! Gracias de nuevo». Tres fotos y paso atrás, que no es cuestión de molestar a quien ha llegado antes. Porque claro, ¿hasta qué punto se puede llegar para conseguir la foto perfecta? Ahora que todo el mundo lleva una cámara en el bolsillo y la posibilidad de hacer foto y vídeo con el mismo aparato, la cantidad de situaciones que he podido ver, desde fuera de la procesión y desde dentro, es de lo más variopinto.

Hay gente que respeta rigurosamente la procesión, y que se mantiene a un lado, o aprovecha momentos de parada para «colarse» en un hueco desde el que obtener una mejor instantánea. En alguna ocasión algún fotógrafo acreditado me ha invitado a estar con él haciendo fotos «desde dentro», y he aprendido mucho sobre cómo y dónde ponerme, cuándo moverme… En definitiva, cómo poder hacer buenas fotos sin interferir en el discurrir de la procesión, que para eso soy cofrade y sé de lo que me hablo.

Pero también hay gente a la que no le importa «romper» cualquier barrera con tal de llevarse una imagen o un vídeo de nuestra Semana Santa. Gente que prácticamente «salta» dentro de la formación, que se mete entre las filas de la sección de instrumentos, a la que tienes que esquivar, o que se planta delante de un paso en movimiento, llegando casi a tener que detenerlo para no arrollar al paparazzi de turno.

Y permítanme una petición personal. No se lo tomen a mal, porque sé que muchos de ustedes lo hacen involuntariamente, pero si utilizan el flash de la cámara, por favor, eviten en la medida de lo posible hacernos, a los cofrades, las fotos demasiado cerca, ya que nos dejan «cegatos». Gracias.

En fin, hay que ver lo que uno puede reflexionar hasta que llega a su siguiente destino. Les dejo ya, que voy a buscar el mejor punto para conseguir la foto, ahora que hay poca gente. ¡Clac! ¡Clac! ¡Clac! Perfecto.