Eran las cuatro de la tarde de un 2 de abril de 1871 cuando La Piedad salía en procesión tras ser bendecida por el arzobispo Manuel García Gil. Era Domingo de Ramos, en aquel entonces se la conocía como La Soledad y nadie en aquel entonces imaginaba que esta talla, realizada por el escultor murciano Antonio Palao, iba a convertirse en uno los emblemas devocionales de la Semana Santa zaragozana con más de 1.400 cofrades bajo su manto de claveles rosas. Su mirada de dolor y resignación estremeció a la sociedad de entonces que la vio procesionar hasta que en 1935, en la procesión del Santo Entierro, dos fuertes explosiones cambiaron su historia. Los terceroles que la cargaban salieron corriendo dejándola por un momento sola con su hijo muerto en el dintel de la puerta de San Cayetano. Un grupo de hombres rápidamente fueron en su búsqueda, se la subieron al hombro y salieron del templo. «La Piedad estaba en la calle», una expresión que a día de hoy se emplea y que fue el germen de la creación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro. Este año celebran los 150 años de la imagen, aunque la pandemia del covid ha sido más fuerte que el atentado dejándola recogida en la iglesia de San Felipe, donde pidió ser acogida al ver que la DPZ la dejaba en el interior de un San Cayetano cerrado bajo siete llaves, como sus siete dolores.

Una situación «muy dolorosa», tal y como reconoce el hermano mayor de La Piedad, Pedro Cía, si bien ahora solo tiene pensamientos para el Viernes Santo, ya que, casualidades del destino, el calendario ha hecho que sea 2 de abril, fecha en la que cumple 150 años de su bendición. «Vamos a rememorar esa efeméride gracias al arzobispo de Zaragoza Carlos Manuel Escribano que va a volverla a bendecir», señala.

El alcalde Azcón visitó a la cofradía y a los hermanos de la misma. RAMÓN COMET

Asimismo, sobre las sienes de esta talla se colocará una nueva corona costeada por los hermanos. Cía explica que la cofradía va a recuperar la que lucía a sus inicios la imagen y que se sustituyó por la actual puesto que la anterior era de latón. La nueva mantiene el mismo diseño que realizó el arquitecto municipal Regino Borobio Ojeda, que también ideó su característico hábito de lana blanca con capirote azul. Está realizada en plata por el taller turolense Fabregat. Como prolegómeno el Jueves Santo los cantantes de jotas Nacho del Río y Beatriz Bernad le cantarán. Una actuación de la que Cía también se enorgullece porque «también hace historia». «A La Piedad le han cantado los mejores de la época, José Oto y Felisa Galé en 1938 y Jesús Gracia y Piedad Gil en 1973 por lo que ahora les tocaba a ellos», afirma Cía.

Caridad

Pero La Piedad también significa caridad. Desde sus inicios porque en 1937 cuando nació esta cofradía de Zaragoza todavía no había acabado una guerra civil que llevó consigo una gran carestía. Ayudaba especialmente a viudas que tenían que sacar flote a sus hijos, especialmente en El Boterón, haciéndose especialmente popular cuando en Semana Santa recorría sus calles y sus vecinos salían a las ventanas y calles a agradecer con saetas y vivas la caridad.

Una asistencia que continúa en la actualidad. El pasado año destinaron 65.700 euros a esta labor. «Hacemos acogida, acompañamiento y seguimiento durante el año a 15 familias que suponen 60 personas», señala Cía. Además hacen asesoramiento y ayuda para vivienda, formación, búsqueda de empleo y cuestiones legales a más de 80 familias. «Coordinamos y asumimos económicamente el consultorio médico del Refugio atendiendo 350 consultas anuales a personas sin hogar. Todo ello es gracias a los que un día decidieron no dejar sola a una virgen está de cumpleaños.