Todo llega a su fin, es una ley natural. El tiempo es inexorable y, quieras o no, arrastra los acontecimientos hacia un abismo de finalidad. Todo comenzó hace una semana y ya termina, aunque, en realidad, empezó hace más de dos mil años, porque nada de lo que celebramos estos días tendría sentido si hace 1985 años un Hombre no se hubiera entregado, sacrificado y resucitado por nosotros.

En estos días hemos visto patrimonio en la calle, excelentes trabajos de tallistas renombrados, bombos y tambores, cultura en movimiento... pero todo ello se sustenta en la vivencia de una fe, de un fervor y una devoción hacia los titulares de cada cofradía, pero sobre todo, a un Cristo sufriente, asesinado y resucitado.

Durante estos días he oído a muchos decir eso de «esta noche es de tal color o de tal otro», parece como si cada cofradía quisiera hacer suya una jornada de esta Semana Santa, lamentablemente para ellos, la Semana Santa no es de ningún color en concreto y lo es de todos, es del rojo de la sangre derramada, es del verde de una esperanza en la resurrección, es del negro de la duda y la resignación, es del blanco de la pureza y de la luz y sin todos esos colores y, un ciento más, la Semana Santa no sería de todos y para todos.

Hoy, ese blanco de pureza y de luz, inundará, no solo Zaragoza, si no el mundo entero, porque Jesús resucita triunfante y lo hace para todos, aquí y en Tombuctú. No será tan lejos donde se encuentren Cristo resucitado y la Virgen de la Esperanza, será en la plaza del Pilar a las doce, el Encuentro Glorioso, entre cofrades con la cara descubierta, jotas, claveles blancos y mantillas de igual color. Habrán salido una hora antes desde San Cayetano y finalizarán su procesión en el colegio San Agustín del Camino de las Torres.

Con el último toque de esta cofradía, un telón de cierre clausurará la Semana Santa. De nuevo, el silencio imperará en las calles de Zaragoza, los cláxones, el tráfico, la campanita del tranvía y el bullicio normal y cotidiano de una ciudad volverán a tomar posesión del paisaje. Algunos locos, entre los que me incluyo, aún pasearemos unos cuantos días al paso de la lenta y deambularemos por la plaza de San Cayetano, rememorando momentos vividos.

Las cofradías volverán a su rutina habitual, tras recoger instrumentos y atributos, preparar los Pasos para su letargo de un año en algún almacén anónimo y recolocar en su lugar todo lo utilizado en nuestros desfiles procesionales.

Pero la vida de las cofradías no termina en las procesiones, si acaso se culmina en ellas, porque a lo largo del año se realizan múltiples actividades: eucaristías, encuentros, charlas, catequesis, formaciones, convivencias, asambleas... y, desde luego, la inestimable obra social, que da sentido al carácter fraternal de nuestras cofradías y hermandades.

No sabría decir en cuantas plataformas sociales pueden llegar a participar nuestras cofradías, pero les garantizo que su aportación es imprescindible. Así que, en realidad, hoy solo es un punto y seguido.

*Coordinador de Ámbito Cofrade