Había ganas de sentir la Pasión en Zaragoza, después de un Jueves Santo en el que la lluvia, que tardó en hacer presencia, trastocara una de las noches de la Semana Santa con más procesiones en la calle. Miles de zaragozanos y visitantes llenaron el casco histórico para presenciar el Santo Entierro en la tarde noche del Viernes Santo y ayer, Sábado Santo, la ciudad volvió a volcarse con las Esclavas que no estuvieron solas en su visita al Sepulcro de San Cayetano. Un total de 5.776 personas besaron los pies del Cristo de la cama en ocho horas y media.

Un año más, Las Esclavas, la única hermandad exclusivamente femenina de la capital aragonesa, salieron de la iglesia de San Pablo acompañando a su virgen de La Soledad, realizada por Carlos Palao en el siglo XIX, con su curioso hábito negro en el que destaca una cofia del mismo color, que sujeta un manto de luto, que les tapa la cara al completo. Dos pesadas campanas rompieron el silencio en el caminar desde este templo hasta el de San Cayetano, donde entraron para visitar un sepulcro que es uno de los secretos mejor guardados de la Semana Santa zaragozana, ya que cada año cambia.

Este año, los encargados de hacerlo posible, el hermano de la Sangre de Cristo, Luis Segura; el restaurador Francho Almau y el joyero y experto en indumentaria histórica y religiosa, Fernando Ortíz de Lanzagorta, sorprendieron con el color empleado. Sin más personajes que la virgen que realizara en 1856 Antonio Palao y el Cristo de la Cama, del siglo XV, mostraron con delicadeza el momento en el que una madre sufre delante del cuerpo sin vida y desnudo de su hijo.

La Dolorosa de Palao, de talla completa, iba vestida con colores que recordaban a la vestimenta hebrea, muy extendida en Andalucía en tiempo de cuaresma cuando se representa a la virgen más cercana a los devotos, sin lujos, sin bordados y sin joyas. De hecho, la talla solo llevaba una medalla de la hermandad, de oro y diamantes, en el pecho. Estaba en posición de contemplación a su hijo, que fue colocado sobre una florida tela de colores vivos. A sus pies una corona como símbolo de rey de los judíos. Los presentes pudieron observar, al acercarse a besar los pies de esta imagen que llegó a ser venerada en la basílica del Pilar, las huellas de bayoneta y hasta de una bala presentes en el cuerpo y que sufrió durante Los Sitios de Zaragoza.

EMOTIVO ACTO

Frente a la representación de esta escena, Las Esclavas realizaron un emotivo acto y entregaron un ramo de rosas que fue depositado a los pies del sepulcro. No fueron las únicas flores, ya que muchos zaragozanos también hicieron su particular ofrenda. A las Esclavas se unieron representaciones de las 25 cofradías zaragozanas que rezaron, también a toque de tambor, de bombo o de corneta, frente al Cristo de la Cama.

El marco de todo ello rebosó belleza, ya que muchas cofradías mantuvieron sus pasos en el interior de San Cayetano, convirtiendo el templo en un museo de la Semana Santa. Una iniciativa que, pese al apoyo popular, permanece sin ejecutarse por parte del Ayuntamiento de Zaragoza.

Los pasos de El Descendimiento, Las Siete Palabras, La Piedad, La Entrada, La Dolorosa, la virgen del Consuelo perteneciente a La Resurrección o la de la Confrontación de El Huerto estuvieron ahí presentes. Un momento único para los presentes que pudieron verlos de cerca y apreciar todos los detalles que durante las procesiones pasan desapercibidos. A pesar de ello, la del Santo Entierro volvió a ser un éxito a lo largo del recorrido. No hubo ninguna calle, desde las 18.00 hasta la media noche que duró, que estuviera exenta de cortejos procesionales multitudinarios. El cambio de recorrido por las obras del Mercado Central y de su ubicación provisional no afectó a la concurrencia de público, aunque, se echó de menos ver los pasos con un marco tan incomparable como las murallas romanas.

Lo compensó la pared mudéjar de La Seo, lugar por el que transcurrió un Santo Entierro que incorporaba dos pasos nuevos: Jesús condenado a azotes, realizado por el imaginero Manuel Martín Nieto para la cofradía de La Columna, y las imágenes de San Pablo y el gallo que completan el paso de misterio de Jesús de la Soledad perteneciente a la cofradía zaragozana más joven, Las Negaciones.

Volvió a salir a la calle el paso del Cenáculo perteneciente a la Hermandad de la Sangre de Cristo. Zaragozanos y visitantes pudieron observar el mal estado de conservación de un paso que estuvo en Épila hasta hace tres años cuando La Eucaristía renovó su paso con tallas gubiadas por Navarro Arteaga y que conllevaron un importante cambio no solo en valor artístico, sino en dimensiones que imposibilitan su entrada en San Cayetano y, por tanto, participar en el Santo Entierro.

Este Cenáculo, construido por Luis y Vicente Muñoz en el año 1827, ha sufrido los envites del paso del tiempo, con varias modificaciones e incluso, dos hundimientos del almacén donde se conservaba, causándole graves deterioros. A día de hoy se encuentra en muy mal estado de conservación. Tanto así, que los expertos temen que de no ser intervenido de urgencia, no pueda volver a procesionar.

Es por ello que la Hermandad de la Sangre de Cristo ha decidido pedir ayuda, a través de su página web https://www.sangredecristozaragoza.es/donacion/restauracion-cenaculo/ para recibir donativos que permitan restaurar el paso. El proyecto que quieren llevar a cabo se basa en una restauración y consolidación general de las imágenes y estructura, así como un nuevo carrozado para devolver a este paso procesional el esplendor que durante tantos años admiró la ciudad de Zaragoza. El coste de estos trabajos es de 63.189 euros y, por el momento, han recaudado 220 euros. Cualquier cantidad es bienvenida para que en el 2020 el Cenáculo salga a las calles de la capital aragonesa con una imagen que muestre el rico patrimonio cultural de una Semana Santa declarada de Interés Turístico Internacional.