De uno en uno entran en el bar acordado. Saludan, achican los ojos, se reconocen. «¿Tú también, eh?». Sonríen. «Es que seguro que somos más de cien». Asienten. Son hombres que pertenecen a generaciones nacidas entre 1965 y 1975 y que se educaron en el colegio Montserrat de los Hermanos Maristas de Lleida. Todos ellos sufrieron los abusos del hermano Moisés a mediados y finales de los 70 y comienzos de los 80.

Óscar S.C. (nacido en 1972), A.J.B. (1967), Jordi L.S. (1972), G.P.A. (1967), Xavi [nombre falso] (1972), David V.F. (1975) y Fernando L.M. (1972) revelan en una entrevista con este diario cómo actuaba el religioso. A ellos se han añadido Antoni C.M. (1972), Santi [nombre falso] (1972) y Guillem S.A. (1965) tras leer la noticia para confirmar el relato de sus antiguos compañeros. Diez en total.

El hermano Moisés era, o así lo recuerdan estos diez exalumnos que actualmente tienen entre 44 y 54 años, un hombre arrugado y enjuto. Con gafas. En la escuela no estaba a cargo de ninguna asignatura. Tenía la función de «bedel». Aunque si el nombre de «Moisés» sigue sobrevolando cada cena de antiguos alumnos se debe a «las revisiones médicas». Ni era médico, ni enfermero, pero aprovechaba aquellas exploraciones sanitarias para meterles mano.

«En Maristas confluían hijos de familias del tejido empresarial de la zona con pavor a protagonizar escándalos», explica Óscar. En ningún caso, aclaran, que no trascendiera la pederastia del hermano Moisés se debe a que este actuara con discreción o a espaldas del colegio. Al contrario, era «vox populi». Todos coinciden en concluir que el colegio encubrió al hermano Moisés, muerto hace años. Mientras los tocaba, tenía que haber adultos merodeando y ninguno hizo nada para frenarlo, a pesar de que el colegio estaba al corriente de cómo se comportaba durante las revisiones.