Todo quedó en un susto, pero el matrimonio madrileño que el jueves salió a navegar en catamarán en la playa de Xeraco (Valencia) tardará en olvidar una travesía que se convirtió en un infierno de 17 horas. La pareja volcó a varios kilómetros de la costa y tuvo que pasar la noche a la deriva hasta que ayer por la mañana fue localizada por Salvamento Marítimo.

Margarita, de 60 años, y su marido, de 57, acababan de comer y acudieron al club de vela de la localidad valenciana, cercana a Gandía, donde alquilaron un catamarán para realizar prácticas. El viento de fuerza cinco y el oleaje no eran las mejores condiciones para unos navegantes con poca experiencia. En la playa ondeaba la bandera amarilla, pero en el club nadie les avisó del riesgo que corrían.

Ya en el mar, el catamarán se separó del resto de barcos, sin que este hecho llamara la atención. El matrimonio perdió el control mientras el viento los empujaba mar adentro, hasta que volcaron y quedaron a la deriva y a merced del oleaje. Hacia las cinco de la tarde, al no acudir el matrimonio a devolver el catamarán, los propietarios de la embarcación empezaron a inquietarse y dieron aviso a la Cruz Roja, la Policía Local y la Guardia Civil.

Una lancha de la Cruz Roja salió en su busca. "No sabíamos nada sobre ellos, ni siquiera si tenían experiencia en el mar. Por eso empezamos a preocuparnos mucho", señaló uno de los tripulantes. Inexplicablemente nadie avisó a Salvamento Marítimo hasta las 21.30, cuando era ya prácticamente de noche. El helicóptero y y el barco de búsqueda desplegados poco pudieron hacer ya debido a la oscuridad.

A las dos de la madrugada la casi nula visibilidad obligó a suspender el rastreo hasta el amanecer. A las nueve de la mañana el helicóptero avistó el catamarán, que se encontraba a unos seis kilómetros mar adentro, y se dio aviso al barco de salvamento. Aunque habían pasado 17 horas a la deriva sobre la embarcación volcada, la pareja se encontraba en buen estado.

Padecían síntomas de hipotermia y al llegar a puerto les esperaba una ambulancia para trasladarlos al Hospital Francesc de Borja de Gandía. Al entrar, la mujer tuvo fuerzas para decir que había pasado "una noche muy mala" y que "peor no pudo ser". Tras someterse a un reconocimiento, ambos náufragos recibieron el alta médica.

Oscar Castelló, empleado de la escuela de vela, explicó que consintió el alquiler porque "las condiciones eran buenas, a pesar de la bandera amarilla" y achacó el incidente al "viento fuerte".