A las siete de la tarde del 17 de mayo, un equipo de guardias civiles dio el alto cerca de La Junquera a un potente coche que se dirigía a Francia. A bordo iban un hombre y una mujer. Él, un tipo alto, de más de 1,95, y adusto, entregó a los agentes un pasaporte ucraniano, así como una tarjeta de residencia y un permiso de conducir belgas. Aunque el nombre no coincidía, los agentes sabían --esencialmente porque su rostro sí coincidía con el de la foto que les habían enviado las autoridades rusas-- que acababan de detener a Vladímir Zavyalov, uno de los tres jefes de la Kurganskaya, una pequeña pero extraordinariamente sanguinaria mafia que desde finales de los años 90 hasta el 2009 aterrorizó Pushkin, una ciudad cercana a Moscú.

En ese control próximo a la frontera con Francia acabó la trayectoria de un individuo que, en el 2009, acumulaba tantos asesinatos a sus espaldas como años tenía: 33. Originario de Cheliabinsk, una ciudad situada en la vertiente oriental de los Urales, este joven y otros chicos procedentes de Kurgan, una provincia vecina, organizaron a mediados de los años 90 una activa banda criminal. En honor a su provincia de origen, bautizaron a su mafia como Kurganskaya.

"No era de las más grandes, pero sí fue de las más sanguinarias. De hecho, si la Kurganskaya es conocida es por su extrema crueldad", explica a este diario un periodista ruso especialista en el crimen organizado. Zavyalov era uno de sus tres líderes. En seguida sembraron el terror en Pushkin, donde extorsionaban a empresarios y comerciantes. A veces acababan con la vida de aquellos que se negaban a pagar por su protección. En otras ocasiones, actuaban por encargo, como asesinos a sueldo. Eran los encargados de ejecutar las zakazat. Este término ruso normalmente designa la acción de encargar. Por ejemplo, una pizza. Sin embargo, en el habla criminal, cuando un individuo encarga a alguien, significa que paga a un sicario para que asesine a alguien.

Una de las víctimas de la Kurganskaya fue Sergei Bugaenko, que era director del Centro Internacional de Seguridad Nuclear, un órgano dependiente del Ministerio ruso de Energía Atómica. Bugaenko fue asesinado por un hombre de la Kurganskaya el 27 de febrero del 2003, que le destrozó el cráneo con una barra de hierro. La rápida expansión de aquellos jóvenes sanguinarios no tardó en provocar roces con otras bandas, sobre todo cuando los Zavyalov y sus secuaces decidieron hincarle el diente al negocio de las extorsiones en el mercado de Pushkin. Ahí, chocaron con la Pravdinskaya, una mafia que ya llevaba tiempo asentada en el mercado, lo que generó una guerra que dejó decenas de muertos. Pese a su juventud, los miembros de la Kurganskaya llegaron a tener a sueldo a altos funcionarios.

La confesión de uno de sus sicarios, que a cambio de protección destapó toda aquella trama, permitió la detención de la mayoría de miembros de la Kurganskaya, que en marzo del 2012 fueron juzgados y condenados a penas de 25 años de cárcel. Pero Zavyalov logró escapar. Desde entonces, estaba en busca y captura.